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Inundaciones relámpago amenazan a más zonas de la ciudad

Por: Héctor Escamilla
Guadalajara
Fecha: 30-07-2025

Las lluvias intensas no son las únicas culpables de las tragedias. Muchas veces, el verdadero problema nace cuando la ciudad se construye sobre lo que antes fueron arroyos, ríos y canales naturales. Así ocurrió en Lomas de Tabachines, donde una lluvia fuerte terminó en desastre: un bebé murió y una mujer sigue desaparecida.

En esa zona, años atrás, se extrajeron materiales como grava y arena del lecho del Arroyo Hondo. Esa actividad dejó huecos y deformaciones que cambiaron el rumbo natural del agua. Después vinieron las calles, los fraccionamientos, las vialidades. Muchas casas se levantaron justo en las zonas por donde antes corría el agua. Con el tiempo, el cauce quedó tapado, reducido o alterado, y ahora ya no puede conducir el agua con la fuerza y velocidad que se necesita.

El resultado: inundaciones relámpago, repentinas y violentas. El agua baja con rapidez desde las partes altas de la ciudad y, al encontrar caminos bloqueados o mal diseñados, se desborda con fuerza. No da tiempo de reaccionar. Los arroyos ocultos resurgen con toda su potencia.

Este fenómeno no se limita a Tabachines. En el arroyo El Rosario, cerca de Loma Dorada, ocurrió una tragedia parecida. Un grupo de jóvenes fue arrastrado por la corriente durante una tormenta este año. Ahí también el problema se repite: calles que atraviesan el cauce, vados inseguros, basura acumulada y zonas estrechas que frenan el paso del agua. Cuando llueve fuerte, el arroyo se transforma en una trampa mortal.

"Ese afluente que es uno de los más importantes donde los muchachos fueron arrastrados, es algo similar, no es parecido, pero es algo similar. Hay calles que cruzan, que la sección se reduce, hay vados peligrosos; por ejemplo. En esa zona de Tonalá, ahí sí están tirando basura, están tirando escombros, están reduciendo la sección y eso puede provocar taponamientos muy importantes", expresó Luis Valdivia Zamora, académico e investigador de la Universidad de Guadalajara


Otra zona crítica es el arroyo El Garabato, donde las márgenes del cauce fueron elevadas, pero las casas quedaron por debajo del nivel del canal. Esto genera un efecto tipo "vasija": cuando el arroyo se desborda, el agua fluye hacia las viviendas y queda atrapada, sin posibilidad de salir. Además, en algunos tramos, el cauce se estrecha y actúa como una boquilla que acelera el flujo, aumentando el riesgo.

Y en la lateral de Periférico y López Mateos, a la altura de la colonia El Mante, el trazo de la vialidad redujo el paso natural del Arroyo Seco. La lluvia no pudo seguir por el canal y se desvía con violencia por la calle Mante, entre las casas. Corre como río improvisado causando daños. Unas cuadras más adelante, el agua vuelve al cauce original.

Estos casos muestran un patrón que se repite: la urbanización invade los cauces y transforma zonas seguras en puntos de alto riesgo. Lo que alguna vez fue un arroyo, hoy es una calle o una colonia, pero el agua no olvida su camino.





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