Especialistas consideran que la eliminación de la comida chatarra era una política pública muy necesaria, debido a que en las últimas dos décadas el Sistema Nacional de Salud Pública comenzó a observar un cambio en los patrones de alimentación de la población, destacando el incremento en la ingesta de carbohidrato a través de comida ultra procesada y bebidas azucaradas.
De acuerdo con la red Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe infancia México, junto con Estados Unidos y Rusia, ocupan los primeros sitios de consumos per cápita de bebidas azucaradas y esto tiene implicaciones en la salud. La pandemia fue otro factor muy importante que influyó, el confinamiento de año y medio que tuvo a los niños y niñas en casa e incrementó el sobrepeso y la obesidad en la población en general. Al termino de la pandemia, el 70% de la población adulta padecía sobrepeso y obesidad y en el caso de niños y niñas el total fue del 40%, un incremento del 8% en la población infantil.
Los impuestos a las comida chatarra, son una buena medida de contención, sin embargo lo óptimo sería destinar ese recurso recaudada en hacer mejora en las escuelas que beneficien la sana alimentación.
Para dar seguridad alimentaría, es necesario retomar la dieta de la "Milpa", conformada por alimentos del campo, estimulando la producción de huertas y la accesibilidad a los alimentos tanto en cercanía como económicamente. Además de fomentar los comedores populares destinado presupuesto público. Esta sería también una forma de reactivar la economía local y la vida comunitaria.
El accesso a una sana alimentación es derecho de los de niños, niñas y adolescentes, previniendo problemas de salud física y emocional, derivados del sobrepeso.