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Alternativas ciudadanas: compostaje y consumo responsable para México
Ecología

Alternativas ciudadanas: compostaje y consumo responsable para México

Por: Fernanda Rivera
CDMX
Fecha: 21-08-2025

En México, el manejo de los residuos se ha convertido en uno de los principales problemas ambientales.


El país produce miles de toneladas de basura al día, lo que genera contaminación del suelo, agua y aire, además de saturar los sistemas de recolección y disposición final. Ante esta situación, cada vez más comunidades y ciudadanos buscan soluciones propias para reducir el impacto de sus desechos.


El compostaje en casa, la reducción del consumo y la adopción de modelos de economía circular son algunas de las alternativas que están tomando fuerza.




Estas prácticas no dependen de grandes inversiones, sino de un cambio de hábitos que puede comenzar desde los hogares y barrios. Con ellas, es posible transformar la manera en que se maneja la basura, convirtiéndola en recursos útiles y al mismo tiempo disminuyendo la presión sobre los rellenos sanitarios.


Aunque en muchos casos estas iniciativas nacen de la ciudadanía, también han comenzado a recibir respaldo de universidades, organizaciones civiles y organismos internacionales.


Compostaje y soluciones locales




El compostaje es una de las prácticas más accesibles para reducir residuos, ya que permite transformar restos de frutas, verduras y otros desechos orgánicos en abono natural.


Este proceso, que puede realizarse en patios, azoteas o incluso en pequeños contenedores dentro del hogar, ayuda a disminuir la cantidad de basura que llega a los rellenos sanitarios y, al mismo tiempo, enriquece la tierra para cultivar alimentos o mantener jardines saludables.


De acuerdo con la Revista Internacional de Contaminación Ambiental de la UNAM, los residuos orgánicos representan más del 40% de la basura generada en México, lo que convierte al compostaje en una alternativa con gran potencial.


Además de su impacto ambiental, el compostaje tiene un beneficio económico, pues reduce los costos de transporte y disposición de residuos, además de generar fertilizantes naturales que sustituyen a productos químicos.




En varias comunidades del país, vecinos han comenzado a organizar composteras comunitarias, donde cada familia lleva sus desechos orgánicos para transformarlos colectivamente. Estas iniciativas suelen complementarse con huertos urbanos o escolares, cerrando un ciclo en el que la basura se convierte en alimento.


También se han popularizado alternativas como el lombricompostaje, que utiliza lombrices para acelerar la descomposición de los residuos.


Esta técnica, sencilla y de bajo costo, ha sido implementada en hogares, escuelas y pequeñas asociaciones, con resultados positivos tanto en la producción de abono como en la sensibilización sobre la importancia de separar y aprovechar los desechos orgánicos.


Reducción del consumo y educación ambiental




Además del compostaje, la reducción del consumo es una de las acciones más efectivas que podemos llevar a cabo en la vida diaria.


No se trata solo de comprar menos, sino de hacerlo con conciencia: preguntarnos si realmente necesitamos un producto, optar por aquellos que tengan una vida útil más larga y darle una segunda oportunidad a lo que ya tenemos.


El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) subraya en su documento Lineamientos sectoriales para la gestión de residuos sólidos y el avance hacia la economía circular que los hogares juegan un papel central al decidir qué productos comprar, cómo reutilizarlos y cómo desecharlos.




La educación ambiental es clave en este proceso. Cambiar la manera en que vemos la basura empieza con acciones sencillas, como rechazar plásticos de un solo uso, reutilizar materiales o separar correctamente los residuos. Cuando estas prácticas se enseñan desde edades tempranas, se vuelven parte natural de la vida diaria y se transmiten también en casa, generando un efecto multiplicador.


En este punto, la economía circular aparece como una respuesta necesaria. Este modelo busca transformar la manera en que producimos y consumimos, dejando atrás la lógica de "usar y tirar" para reintegrar los materiales en ciclos continuos.


La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) lo ha planteado en sus Bases para la elaboración del diagnóstico de la Estrategia Nacional de Economía Circular, donde enfatiza que la ciudadanía es clave para lograr este cambio.


El rostro del reciclaje informal




Hablar de alternativas ciudadanas también implica reconocer al reciclaje informal.


En México, miles de personas trabajan como pepenadores, recolectando cartón, vidrio, plástico o metal en calles, mercados y centros de acopio.


Gracias a ellos, una gran parte de los materiales reciclables logra reincorporarse a las cadenas productivas, aunque su labor pocas veces recibe reconocimiento.


Investigaciones recientes publicadas en arXiv destacan que los pepenadores son actores clave de la economía circular, pero enfrentan condiciones de trabajo precarias y carecen de seguridad social.


El texto enfatiza que dignificar este oficio es urgente, pues son ellos quienes hacen posible que toneladas de residuos tengan una segunda vida.


Integrar al reciclaje informal dentro de las estrategias oficiales sería un paso decisivo. Reconocer su trabajo significa entender que, mientras los programas institucionales avanzan lentamente, estos trabajadores llevan décadas realizando la labor más importante: recuperar materiales y darles un nuevo propósito, muchas veces invisibles para la sociedad.




En la lucha contra la basura, cada acción suma.


Compostar en casa, reducir el consumo y apoyar modelos circulares es importante, pero también lo es mirar hacia quienes viven del reciclaje informal y darles el valor que merecen.


El cambio empieza con pequeñas decisiones: rechazar una bolsa de plástico, aprovechar los restos de comida en una composta o reconocer al pepenador que pasa cada mañana. Cuando estos gestos se multiplican, se convierten en un movimiento capaz de transformar ciudades enteras.


México tiene el reto, pero también la oportunidad, las alternativas ciudadanas ya existen y muestran que otro camino es posible. La pregunta es si estamos dispuestos a dar ese paso y convertirnos, todos juntos, en protagonistas de un país más limpio y sostenible.


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