A nivel mundial, más de la mitad de los niños menores de 18 años experimentan castigos corporales cada año, según un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
Estos castigos no se limitan a golpes; incluyen cualquier correctivo aplicado por padres, cuidadores o docentes que genere malestar, ya sea en casa, en la escuela o en espacios públicos.
La situación es particularmente relevante en México donde en 2020 se registraron casi 28 mil personas de entre 1 y 17 años que fueron atendidas en hospitales del país por haber sido víctima de violencia familiar o no familiar de acuerdo a la Secretaría de Salud.
Impactos en la salud y el desarrollo
El castigo corporal no solo afecta físicamente a los niños: tiene consecuencias profundas en su bienestar psicológico y desarrollo.
Según Etienne Krug, director del Departamento de Determinantes Sociales de la Salud de la OMS, "el castigo corporal no aporta beneficios ni al comportamiento, ni al desarrollo, ni al bienestar de los niños, ni tampoco a los padres o a las sociedades".
Los estudios respaldan esta afirmación. Por ejemplo, un análisis en 49 países de ingresos bajos y medios mostró que los niños que reciben castigos físicos tienen 24 % menos probabilidades de desarrollarse al mismo ritmo que sus compañeros.
Además, los episodios de castigo elevan los niveles de estrés, alteran la estructura cerebral y pueden afectar funciones cognitivas y socioemocionales a largo plazo
Consecuencias sociales
El daño no se limita al individuo: el castigo corporal también tiene efectos intergeneracionales.
Los niños que son golpeados tienen más probabilidades de repetir estos comportamientos con sus propios hijos y, de adultos, presentan mayor tendencia a la violencia, la agresión o conductas delictivas.
Según la OMS, esta práctica contribuye a "una mayor aceptación social de la violencia, reforzando ciclos dañinos entre generaciones".
Diferencias por región y contexto
Aunque el castigo corporal está presente en todo el mundo, existen diferencias importantes:
Los niños con discapacidad y aquellos en comunidades más pobres o que enfrentan discriminación económica o racial corren un riesgo mayor
Prohibición legal y educación
El informe de la OMS señala que prohibir el castigo corporal es importante, pero no suficiente.
Actualmente, 67 países lo han prohibido universalmente en hogares y escuelas, pero la práctica persiste si no se acompaña de educación y campañas de sensibilización.
Los estudios indican que muchos padres recurrirían a métodos alternativos si conocieran estrategias más eficaces para guiar a sus hijos.
Para la OMS, "es hora de acabar con esta práctica dañina para garantizar que los niños prosperen en el hogar y en la escuela", concluye Krug