Imagina a alguien que no usa la tarjeta para caprichos ni para salir de fiesta. Cada peso que gasta es para lo básico: la despensa, la renta, la luz. Cuando el sueldo llega corto o tarde, la tarjeta es su salvavidas para que la casa no se quede sin lo necesario.
Pagar solo el mínimo, aunque sabe que no es lo ideal, le ayuda a mantener la tranquilidad y evitar caer en problemas más grandes.
Para esta persona, la tarjeta es una herramienta para que el dinero rinda, no para gastar de más.
Ahora imagina a alguien que ve la tarjeta como una extensión de su billetera para comprarse gadgets nuevos, ropa de marca o salir a cenar a lugares caros.
Para esta persona, la tarjeta es un símbolo de estatus, un pase para darse gustos y acumular puntos, aunque después le toque lidiar con intereses altos y deudas que crecen rápido.
Mientras uno usa la tarjeta para sobrevivir y organizar su economía, el otro la usa para vivir un lujo temporal que, a largo plazo, puede dejarlo atrapado en pagos. Una realidad cotidiana
¿Quiénes usan la tarjeta para sobrevivir?
Las situaciones que describimos al inicio -personas que usan la tarjeta para cubrir lo básico y no para caprichos- tienen un respaldo real en las cifras.
En México, quienes más recurren a las tarjetas de crédito para sobrevivir son principalmente trabajadores informales, madres solteras y hogares de bajos ingresos.
Estos grupos enfrentan ingresos irregulares o limitados y suelen tener dificultades para acceder a productos financieros tradicionales, como tarjetas bancarias convencionales.
Por eso, muchas veces optan por tarjetas de tiendas departamentales o neobancos, que piden menos requisitos y son más accesibles
Según datos de CONDUSEF en 2022, solo el 27.5% de los adultos mexicanos usaba crédito formal -unos 19 millones de personas- y dentro de ese grupo, el 54% prefería las tarjetas departamentales frente a un 25% que usaba tarjetas bancarias.
Esto revela que para una gran parte de la población, la tarjeta no es un símbolo de lujo o estatus, sino una herramienta indispensable para hacer que el dinero alcance y cubrir gastos urgentes como la despensa, la renta o los servicios básicos.
Sin embargo, esta facilidad tiene un costo: las tarjetas de tiendas suelen tener tasas de interés más altas, lo que puede complicar aún más la situación financiera de quienes las usan como último recurso
El peligro del pago mínimo: la trampa silenciosa
Muchas personas hacen solo el pago mínimo para sentir que mantienen el crédito activo, liberan parte del límite y pueden seguir usando la tarjeta.
Pero esta estrategia puede generar un sobreendeudamiento silencioso: los intereses crecen y la deuda se prolonga sin que se note fácilmente.
La CONDUSEF reporta que solo el 44% de los usuarios de tarjetas en México paga el saldo total cada mes.
Eso significa que el 56% acumula deuda, pagando solo el mínimo o menos, lo que puede extender la deuda por años y generar intereses significativos
Por ejemplo: si debes $5,000 y solo pagas $250 al mes (el mínimo), después de un año habrás pagado casi $3,000, pero la deuda apenas bajará a unos $4,800 porque la mayoría de ese pago se va en intereses. A este ritmo, podrías tardar entre 5 y 10 años en liquidar la deuda, pagando el doble o incluso el triple.
El pago mínimo no es un respiro, es una trampa larga y cara
Más que números: el impacto en la salud mental
Esta situación no solo afecta la economía, sino también la salud mental. Depender de tarjetas para gastos básicos genera estrés, ansiedad y una sensación de estar atrapado en un ciclo sin fin de pagos.
Las llamadas constantes de cobradores, mensajes y hasta visitas a domicilio pueden afectar la mente, haciendo que no se piense con claridad y se recurra a más préstamos informales, aumentando la bola de nieve.
A largo plazo, esto dificulta ahorrar o invertir en el futuro, porque gran parte del ingreso se destina a pagar deudas
Recomendaciones para salir adelante
Sabemos que usar la tarjeta a veces no es por gusto, sino por necesidad, y cancelar la deuda no es simple. Por eso, aquí algunas recomendaciones para manejar la situación y recuperar el control:
Esta es la realidad de muchos mexicanos: la tarjeta no es un lujo, es un soporte para sobrevivir.
Pero con información, disciplina y ayuda, es posible dejar atrás la deuda que ahoga y construir un futuro financiero más sano y tranquilo.