Imagina que vas a comer. Quieres algo para acompañar tu alimento. Hay agua natural, sí, pero se te antoja un refresco con burbujas. Al abrirlo, el sonido te provoca una sonrisa: te recuerda lo delicioso que es y los buenos momentos que has vivido con él.
Sabes que no es lo mejor para ti, que ya tomaste refresco toda la semana y que a la larga hace daño. Pero ese pensamiento se va tan rápido como vino.
Al final, decides acompañar tu comida con refresco. Total, si fuera tan malo... no lo venderían en la tienda. ¿O sí?
Lamento decirte que sí es malo. Aunque parezca inofensivo, los refrescos están ligados a obesidad, diabetes tipo 2, caries, enfermedades del corazón e incluso problemas de salud mental.
En México, según la Alianza por la Salud Alimentaria, consumimos en promedio 150 litros de refresco por persona al año: el mayor consumo per cápita del mundo. Y este no es un dato menor.
Se estima que más de 40 mil muertes al año en el país están relacionadas con bebidas azucaradas.
Lo realmente peligroso no es solo el refresco en sí, sino los ingredientes que lo hacen tan adictivo: azúcar y cafeína. Sí, son estimulantes legales... pero eso no las vuelve inofensivas
Aunque el consumo de refresco no está oficialmente clasificado como una adicción clínica -como el alcohol o la nicotina-, eso no significa que no existan comportamientos adictivos ni mecanismos cerebrales similares.
La cafeína, presente en muchos refrescos, es un estimulante que puede generar dependencia. En dosis moderadas mejora la concentración y el estado de alerta, pero su consumo excesivo (más de 4 o 5 tazas de café instantáneo al día, como referencia) puede causar ansiedad, insomnio, taquicardia y otros efectos adversos.
El azúcar, por su parte, proporciona energía rápida y está presente en muchos alimentos cotidianos, desde postres hasta bebidas tradicionales.
Aunque no es una droga química, sus efectos en el cerebro se han comparado con los de sustancias adictivas, debido a su capacidad para activar los centros de recompensa
¿Podrías tener una adicción al refresco?
Pregúntate:
Si respondiste "sí" a varias de estas preguntas, los estudios clínicos lo asocian con un consumo compulsivo.
De hecho, una investigación de la Universidad de Princeton comparó el efecto del azúcar en el cerebro con el de drogas como la cocaína y encontró respuestas cerebrales similares.
Así que no, no estás exagerando. Tampoco estás solo ni "loco". Lo que sientes es real.
Y si leer esto te hizo detenerte un segundo a pensarlo? entonces ya diste el primer paso