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89 años de la guerra olvidada que partió en dos a México
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89 años de la guerra olvidada que partió en dos a México


Hace 89 años, el 1 de agosto de 1926, entró en vigor la Ley Calles en México. Con ella, el gobierno endureció su postura contra la Iglesia católica, provocando una fuerte reacción del pueblo creyente.


Lo que siguió fue una guerra civil conocida como La Cristiada, que dejó miles de muertos y marcó por décadas la relación entre Iglesia y Estado en el país.




Antes de la guerra: ¿por qué tanto conflicto?

Antes de la Revolución Mexicana, la Iglesia católica era la institución más poderosa del país. Controlaba grandes extensiones de tierra, tenía propiedades valoradas en millones de pesos, influía en la política (apoyando a los conservadores y oponiéndose a las reformas liberales) y dominaba la educación, sobre todo en zonas rurales.


Pero todo eso cambió con la Constitución de 1917, que estableció un Estado laico y redujo la influencia de la Iglesia con artículos anticlericales.



Aun así, fue durante el gobierno de Plutarco Elías Calles cuando estas políticas se volvieron más agresivas: se expropiaron bienes eclesiásticos, se expulsó a sacerdotes extranjeros y en 1925 se impulsó la creación de una "iglesia nacional" que respondiera al Estado



¿Qué decía la Ley Calles?

El 1 de agosto de 1926 se puso en marcha la Ley Calles, que incluía medidas como:

  • Limitar el número de sacerdotes a uno por cada 6,000 habitantes.

  • Exigir que los sacerdotes tuvieran una licencia para ejercer, otorgada por el Congreso.

  • Prohibir ceremonias religiosas en espacios públicos.

  • Negar personalidad jurídica a las iglesias, impidiéndoles poseer bienes inmuebles.

  • Prohibir el culto público fuera de los templos, afectando procesiones y otras tradiciones.



Estas medidas fueron vistas por miles de fieles como una violación directa a la libertad de culto



El estallido del conflicto

Ante estas restricciones, el Episcopado mexicano, con autorización del Vaticano, ordenó la suspensión de todos los cultos públicos a partir del 1 de agosto de 1926.


La respuesta no tardó: el 3 de agosto comenzaron los levantamientos armados que darían origen a la Guerra Cristera.


Los cristeros eran campesinos, laicos y algunos clérigos que se opusieron a las medidas del gobierno. Armados con rifles, machetes, dinamita casera y montados a caballo, luchaban al grito de "¡Viva Cristo Rey!". En contraste, el gobierno federal usó su ejército profesional, con artillería, aviones, trenes blindados y miles de soldados.



La guerra se concentró en el centro-occidente del país: Jalisco, Guanajuato, Michoacán, Colima, Zacatecas y Aguascalientes, donde la fe católica estaba más arraigada



Tres etapas de la Guerra Cristera

  • 1926?1927: Levantamientos espontáneos, sin estrategia militar clara. La Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa (LNDLR) trató de coordinar los esfuerzos.

  • 1927?1928: Llegó el general Enrique Gorostieta, un militar retirado que organizó a los cristeros como una guerrilla más estructurada. Ganaron varias batallas y controlaron algunas zonas rurales.

  • 1928?1929: El conflicto se intensificó. El gobierno usó tácticas de "reconcentración" (desplazar pueblos para aislar a los rebeldes) y más fuerza militar. Finalmente, iniciaron negociaciones diplomáticas.


Aunque no participaron directamente en el combate, las mujeres tuvieron un papel fundamental: fueron enfermeras, espías, mensajeras, recaudadoras de fondos, cocineras y proveedoras de armas.



Su participación permitió que el movimiento resistiera más tiempo del que se esperaba



La guerra terminó con los llamados "Arreglos" de 1929, firmados el 21 de junio entre el gobierno (representado por Emilio Portes Gil) y la Iglesia (con mediación del embajador de EE.UU., Dwight Morrow).

Los acuerdos incluyeron:

  • Reanudación del culto católico el 29 de junio de 1929.

  • Amnistía para los cristeros que entregaran las armas.

  • Registro obligatorio de sacerdotes ante el gobierno.

  • Compromiso de la Iglesia de no participar en política.


Sin embargo, no se eliminaron las leyes anticlericales, y muchos cristeros se sintieron traicionados. Gorostieta murió antes del acuerdo, y varios combatientes enfrentaron dificultades para reintegrarse a la vida civil.



Durante los años 30, con Lázaro Cárdenas, ocurrieron nuevos brotes de persecución religiosa, como en Tabasco, dando lugar a la llamada Segunda Cristiada



¿Qué dejó la Cristiada?

  • Relación tensa pero necesaria entre Iglesia y Estado. Se buscó una convivencia forzada durante décadas.

  • Identidad mexicana profundamente religiosa, especialmente en comunidades rurales.

  • Memoria dividida: algunos ven la Cristiada como una lucha por la libertad religiosa, otros como una resistencia conservadora contra el proyecto de nación revolucionario.

  • La reconciliación oficial entre Iglesia y Estado no llegó sino hasta 1992, cuando las reformas constitucionales reconocieron personalidad jurídica a las iglesias.



Se estima que participaron alrededor de 50,000 cristeros y 80,000 soldados federales. El saldo humano fue devastador: hasta 250,000 personas muertas, muchas de ellas civiles

 


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