Tal vez somos pocos los que reconocemos el silbato del cartero y no es raro, pues si nos detenemos a pensar, seguramente tiene mucho que no lo escuchamos, pero aunque no parezca, la correspondencia y este noble oficio continúa en pie.
Así como muchos sueñan con ser artistas, astronautas o deportistas, hay quienes desde pequeños soñaron con repartir cartas de casa en casa, así como el señor que llevaba la correspondencia a su misma casa.
"Es una labor desde chamaco que veía yo al cartero que repartía allá en la colonia decía yo: ha de ser buena onda trabajar acá y si se me hizo, se me cumplió" Rafael Vázquez/ Cartero
Aunque también hay quien heredó el amor por el correo.
"De tradición, por mi familia" Juan José Morales/ Cartero
Ser cartero en la actualidad no es fácil, pues como señala Don Rafa, las personas ya no hacen cartas y ahora reparten las noticias menos agradables, los recibos de pagos de servicio y estados de cuentas.
"Desgraciadamente son puras estados de cuentas boletas de agua, luz, la mayoría, libros " Rafael Vázquez/ Cartero
Pero todavía hay quien se ánima a escribir una cartita como una sorpresa inesperada.
"Hay que hacer eso porque es muy bonito, cuando llegan y reciben una carta que viene, no sé, del extranjero o de algún lugar, nada más ves la cara de la gente y dices ¡A su mecha!" Rafael Vázquez/ Cartero
La tecnología y los mensajes instantáneos han dejado de lado la correspondencia tradicional y estoy seguro que muchos de nosotros ya no sabemos cómo escribir y mandar una carta de manera correcta, pero no se preocupe, un experto está aquí para enseñarnos.
"Llenar el sobre con lo que es: remitente, destinatario, código postal y llevarla a las oficinas de correos, compras tu timbre, te lo sellan y va llegando la carta" Rafael Vázquez/ Cartero
El correo se institucionalizó como servicio en México desde 1884 y lleva vivo 141 años que ha visto pasar a miles de personas apasionadas por esta labor como Don Rafa que mantiene de pie este oficio a pesar de la tecnología, así que la próxima vez que escuche ese silbato salga y reciba, aunque sea su recibo de luz, con una sonrisa.