Imagina viajar desde otro país exclusivamente para conocer una de las Siete Maravillas del Mundo, que has visto en películas o en fotografías de amigos
Pagas vuelos, hospedaje, alimentación y todo lo necesario para que ese viaje se convierta en una de las mejores experiencias de tu vida, una que crees recordarás para siempre.
Pero al llegar al lugar y acercarte a la taquilla para comprar un boleto -porque solo se venden así- te das cuenta de que hay una fila enorme. Y eso no es todo: los boletos disponibles son para tres días después de tu llegada. Es decir, podrías comprarlos, pero según lo planeado, tú ya no estarías en el país.
¿Qué harías en esa situación?
Esto no es del todo imaginario: en Machu Picchu, ya es una realidad
Ser reconocido como una maravilla del mundo atrae millones de visitantes, genera ingresos para las comunidades aledañas e incluso para el gobierno. Sin embargo, lo que podría ser un beneficio se está convirtiendo, de manera escalonada, en un problema que afecta el legado que dejaron nuestros antecesores.
La masificación de estos lugares, la corrupción dentro de los mismos y el poco interés de algunos turistas por preservar estos sitios icónicos han hecho que la maravilla pierda parte de su brillo original.
El precio del turismo masivo
Las nuevas maravillas del mundo han sido testigos de visitantes que, no conformes con simplemente admirarlas, deciden realizar actos "únicos" que consideran un "extra" a su visita, en comparación con quienes siguen las normas establecidas.
Algunos ejemplos de estas conductas son:
Además, la gran afluencia de visitantes y la poca o nula capacitación de las organizaciones encargadas de atender la demanda derivan en incidentes que afectan la experiencia general de quienes visitan estos lugares
No todo es culpa de los turistas
Aunque el daño directo suele ser causado por los turistas, existe un daño indirecto del que ellos no son responsables, sino la administración de estos lugares.
La poca o nula regulación del flujo de visitantes por día ha provocado problemas como erosión, tensión estructural y riesgos de seguridad.
Esta problemática se refleja en varios casos concretos:
La solución fue instalar un centro de bienvenida en la base para regular los flujos y ampliar los horarios de los trenes. Además, disputas legales impulsaron mejoras en el mantenimiento por parte de la Iglesia.
La UNESCO y el gobierno jordano implementaron planes de conservación, que incluyeron senderos elevados para reducir el contacto directo y límites estacionales de acceso.
Roma respondió con tickets con hora de estancia establecida y tours virtuales. El cierre por COVID permitió restauraciones, reabriendo con cupos limitados
¿Entonces no visito estos lugares?
Estos lugares fueron designados como maravillas porque son algo "que ves y recuerdas siempre", por lo que el propósito es claro: que las personas de todo el mundo conozcan un pedazo de la historia de la humanidad.
Sin embargo, que ese sea el propósito no significa que los sitios carezcan de reglas para preservarlos para la posteridad y para las futuras generaciones.
Realizar actos que los dañen de manera consciente no solo es un delito, sino también una forma de manchar el legado que miles de personas han trabajado arduamente por visibilizar y rescatar