Una investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos reveló un caso alarmante que involucra el tráfico internacional de armas de uso militar hacia el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), una organización que el gobierno estadounidense ya ha clasificado oficialmente como terrorista
El ciudadano búlgaro Peter Dimitrov Mirchev fue acusado como presunto líder de una red que habría vendido y enviado armamento bélico al cártel mexicano desde Europa.
Las autoridades estadounidenses sostienen que Dimitrov organizó la operación para introducir al menos 50 fusiles de asalto AK-47, con cargadores y municiones, además de diseñar una lista de armas por un valor aproximado de 58 millones de dólares, especialmente dirigida al CJNG.
¿Qué armas incluía la red?
De acuerdo con el Departamento de Justicia, el arsenal ofrecido al cártel no se limita a fusiles:
Todo ello representa un nivel de equipamiento diseñado para conflictos armados, no para contextos de seguridad pública
¿Quiénes estuvieron involucrados?
Además de Dimitrov, la acusación formal también señala a tres ciudadanos africanos:
Según el informe, Dimitrov habría reclutado a Elisha para conseguir certificados falsos de usuario final, una herramienta común para simular exportaciones legales de armas.
Luego, Elisha contactó a Michael, quien involucró a Subiro para obtener documentación falsa de Tanzania, ocultando el verdadero destino del armamento: el Cártel Jalisco Nueva Generación.
¿Qué cargos enfrentan?
La acusación fue presentada ante una corte del Distrito Este de Virginia. Los cuatro señalados enfrentan cargos por:
Aunque el caso se procesa en Estados Unidos, sus implicaciones tocan directamente a México. La denuncia no solo exhibe la sofisticación del CJNG en sus operaciones internacionales, sino que también confirma lo que ya muchos especialistas en seguridad advertían: que grupos criminales mexicanos están accediendo a armamento de guerra con ayuda de redes extranjeras.
Este tipo de equipamiento cambia por completo la dimensión de los conflictos entre grupos delictivos y la autoridad.
La presencia de armas diseñadas para entornos militares en manos de organizaciones criminales no solo agrava los niveles de violencia, sino que representa un desafío profundo para la seguridad pública y la estabilidad regional.