En julio de este año se cumplen diez años desde que fue emitida la primera Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres en el Estado de México.
La declaratoria, emitida en 2015 por el Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, abarcó inicialmente a 11 municipios mexiquenses con altos índices de violencia feminicida.
A una década de distancia, la alerta sigue vigente y los desafíos para garantizar la seguridad y los derechos de las mujeres continúan sin resolverse del todo.
Según Rocío Álvarez Miranda, maestra en Igualdad de Género, la implementación de las Alertas de Violencia de Género ha generado avances relevantes, como la creación de instituciones especializadas, reformas legales para tipificar y sancionar el feminicidio, y la apertura de espacios de atención integral para mujeres víctimas de violencia.
Sin embargo, la violencia contra las mujeres continúa siendo alarmante en el Estado de México. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, el 68.7 por ciento de las mujeres de quince años y más ha vivido algún tipo de agresión, lo que posiciona a la entidad con la mayor prevalencia a nivel nacional. En municipios como Ecatepec, la situación es más crítica: el 90 por ciento de las mujeres se siente insegura, pese a ser uno de los 11 municipios con dicha alerta.
La reducción de la violencia contra las mujeres en la entidad se ha visto obstaculizada por varios factores, entre ellos la insuficiente coordinación entre instituciones, la falta de recursos adecuados y la persistencia de normas sociales que normalizan la violencia. Además, la impunidad y las deficiencias en la justicia dificultan sancionar a los agresores y desalientan a las víctimas a denunciar.
Factores que incentivan que una mujer sienta inseguridad en el Estado de México.
La Alerta de Género, aunque útil para visibilizar el problema, ha sido en muchas ocasiones más un mecanismo político que una herramienta efectiva, ya que su activación no siempre ha significado cambios profundos ni mejoras concretas en la seguridad y atención a las mujeres.