La vacunación sigue siendo una de las estrategias más efectivas para prevenir enfermedades, reducir complicaciones graves y salvar vidas.
Desde la infancia hasta la edad adulta, las vacunas han demostrado ser una herramienta para proteger la salud individual y colectiva. Derivado de los esquemas de inmunización, se pueden prevenir enfermedades que antes causaban miles de muertes o complicaciones graves, como el sarampión, la poliomielitis, difteria, tosferina, tétanos, hepatitis B, la influenza y, más recientemente el COVID-19.
Hasta ahora, más de 83 millones de personas en México han recibido al menos una dosis contra la COVID-19, y el 93 por ciento ya cuenta con el esquema completo. En 2022, alrededor del 27 por ciento de los niños menores de 3 años habían completado su esquema básico de vacunación.
Además de evitar el contagio, las vacunas reducen la gravedad de las enfermedades y ayudan a frenar su propagación, especialmente entre las personas más vulnerables. Por ello, mantenerse al día con las vacunas recomendadas en cada etapa de la vida no solo es un acto de protección personal, sino también una muestra de responsabilidad social.
A pesar de los avances en la vacunación en México, persisten corrientes que promueven la no aplicación de vacunas, disminuyendo las tasas de inmunización. Según un estudio reciente, el 11 por ciento de los adultos en México no han recibido ninguna dosis de la vacuna contra la COVID-19 .
Esta resistencia a la vacunación puede atribuirse, en parte, a campañas de desinformación y desprestigio que surgieron durante la pandemia, generando desconfianza en la población. Las consecuencias son evidentes, pues México ha enfrentado brotes de enfermedades prevenibles por vacunación, como el sarampión y la tos ferina. Hasta el 17 de abril de 2025, se registraron 435 casos de sarampión y 436 de tos ferina, afectando principalmente a la población infantil.
