La relación entre adultos y jóvenes ha estado marcada históricamente por tensiones, desconfianza y estereotipos. En la vida cotidiana ya sea en el hogar, la escuela o la sociedad se observa con frecuencia una percepción adulta que coloca a la juventud bajo la sospecha de irresponsabilidad, rebeldía o falta de compromiso.
65% DE ADULTOS CONSIDERA QUE LOS JÓVENES "NO ASUMEN RESPONSABILIDADES". FUENTE: CONAPRED
La mayoría de los casos se encuentran en los estereotipos negativos que la misma sociedad reproduce, vinculando a la juventud con violencia o apatía, pese a que en muchos casos se trata de percepciones basadas en hechos aislados.
70% DE LAS NOTICIAS RELACIONADAS CON JÓVENES EN TELEVISIÓN Y PRENSA ESTÁN VINCULADAS A VIOLENCIA O CONDUCTAS DE RIESGO: FUENTE: INSTITUTO DE INVESTIGACIONES SOCIALES UNAM
Esta idea repercute de manera directa en las oportunidades de los adolescentes y jóvenes. En el ámbito educativo, puede limitar la participación de crecimiento constante, bajo la idea de que no ser capaces de asumir responsabilidades.
En el plano laboral, la percepción de inexperiencia e inmadurez se traduce en dificultades para acceder a empleos de calidad. Y en el desarrollo personal, la constante sospecha genera frustración, baja autoestima y un sentido de exclusión.
El reto no es una lucha generacional, es cambiar la narrativa y dejar de ver a los jóvenes como un problema. Cada 2 de octubre recordamos que si no se recupera la voz y la confianza en la juventud, se corre el riesgo de repetir la historia: Una generación caminando entre la incertidumbre social.