Desde el año 1968, la creación y difusión de contenidos aptos para ciertas edades mantiene una clasificación dependiendo del público al que van dirigidos estos materiales.

Actualmente y debido a la amplia variedad de contenidos y plataformas para el consumo de los mismos, muchos menores de edad tienen acceso a estos, sin supervisión alguna de un adulto.

José de Jesús Villagolobos Martínez integrante del Consejo Directivo Red por los Derechos de la Infancia en México, señala que "todos las aplicaciones, los teléfonos, tendrían que tener protección parental, tendrían los padres, las madres de familia o los cuidadores tendrían que tener acceso que los contenidos que los niños y las niñas tienen".
La falta de vigilancia e incluso de conocimiento por parte de algunos adultos sobre las propias plataformas de música, series, películas y videojuegos, permite que muchos de estos lleguen a manos de los menores.

Villagolobos Martínez, agregó que "una buena parte de los adultos del país que tienen bajo su responsabilidad a niñas y niños, son alfabetas digitales, entonces los niños y las niñas tienen más posibilidades de tener acceso a plataformas que los mismos padres no conocen".
La conjunción de estos factores, permite que los menores consuman materiales con violencia explícita, contenido sexual, lenguaje inapropiado, drogas, alcohol, terror extremo y conductas antisociales o ilegales.
Por su parte la psicóloga, Carmen Hernández Vidrios, mencionó que entre los efectos negativos que estos producen se encuentra el que "empiezan a tener, a distorsionar ideas, pensamientos y se vuelven un tanto violentos, no a un grado como el adulto. Si llegan a ser un poco violentos porque piensan que es normal y no controlan la emoción".
Si bien esto es aplicable para los menores, en el caso de los adultos su capacidad de análisis para discernir qué es correcto y qué no, es completamente diferente. "La persona adulta ya es responsable, de lo que hace, de lo que ve y de lo que escucha y ellos ya deciden, qué les conviene y qué no les conviene", agregó la profesional de la salud mental.
Si bien los contenidos que consumen los mexicanos pueden influir levemente en el criterio y comportamiento de las personas, problemas como la violencia en el país, no tiene una raíz en estos materiales.