Gran parte de la obra escultórica que se cuenta en la zona conurbada está en abandono por las autoridades de cultura de la entidad. Graffiti, robos, falta de limpieza y deficiencias en su alumbrado son algunos de los principales problemas que sufre esta infraestructura cultural.
El robo de partes de las esculturas es lo más grave, y el caso de El Tubero es el más sonado y evidente, pues a los pocos días de haberse instalado en el jardín Núñez, en pleno centro de la capital, se robaron las balsas que complementaban la estatua y estas nunca se recuperaron.
Otras piezas asentadas en diferentes puntos del centro colimense también han sido víctimas. La Vendedora de Bate, en la esquina de Madero y Revolución, tras sufrir un choque automovilístico se robaron parte de la pieza que conformaba el cucharón para servir la bebida típica.
En la jardinera de la parroquia de Sangre de Cristo, en la esquina de Filomeno Medina y Emilio Carranza, El Arriero de Bronce también sufrió el robo de una de las orejas del burrito.
Así también la placa de la costosa estatua dedicada a Miguel de la Madrid, ubicada a un costado del Boulevard Miguel de la Madrid, fue robada y tampoco ha sido recuperada. Pero además, la base de la estatua está grafiteada y ya no cuenta con las lámparas que iluminaban la plazoleta.
Otros casos en abandono son el Zaguán de Reyes, asentado a un costado del Museo de las Culturas de Occidente, que con el paso del tiempo resalta más lo oxidando de la obra que los 200 colimotismos que la conforman.
El caso más mediático de los últimos días fue el de la escultura El Mundo, obra que se encontraba instalada frente al Museo Xoloitzcuintle, en el parque de La Piedra Lisa, y que tras la falta de mantenimiento se desprendió de su base y después desapareció del lugar. Pese a que se señaló como robo, el subsecretario de Cultura Emiliano Zizumbo aseguró que está resguardada, pero hasta ahorita se desconoce en qué sitio.