Hay quienes no pueden leer una receta médica, escribir su nombre o entender un aviso del gobierno. En pleno 2025, en Durango aún hay miles de personas que viven en la oscuridad del silencio escrito. No es que no quieran aprender: es que la vida, la pobreza y el abandono les negaron esa oportunidad desde el principio.
Durango enfrenta un rezago educativo alarmante: más de 30 mil personas no saben leer ni escribir, según el INEGI. Tan solo en la capital, se estima que 7 mil adultos viven en condición de analfabetismo, principalmente mayores de 50 años y habitantes de comunidades rurales.
Esta situación se debe a múltiples factores: abandono escolar, pobreza extrema, falta de acceso a escuelas en zonas marginadas e indígenas, y un entorno familiar donde leer y escribir nunca fue prioridad ni necesidad. Además, la pandemia agravó la brecha: miles de personas quedaron fuera del sistema educativo o perdieron habilidades básicas de comprensión.
El impacto es profundo: quien no sabe leer ni escribir tiene menos posibilidades de conseguir empleo, no puede acceder a servicios de salud ni entender documentos oficiales. No pueden leer una receta médica, llenar un formulario, seguir instrucciones o ejercer plenamente sus derechos. El analfabetismo perpetúa el círculo de la pobreza y la exclusión social.
Ante esta realidad, el Instituto Duranguense de Educación para Adultos (IDEA) alista el programa "1 a 1 por un Durango alfabetizado", una estrategia que buscará emparejar a cada persona analfabeta con un alfabetizador. El objetivo es erradicar el analfabetismo en el estado antes de 2026.
Actualmente, más de 229 mil personas no terminaron la secundaria y 90 mil no concluyeron la primaria. El rezago es profundo, y aunque la meta es ambiciosa, la urgencia es mayor: sin alfabetización, no hay desarrollo, ni inclusión, ni futuro. La lectura no es un privilegio; es un derecho. Y en Durango, aún hay miles que siguen esperando aprenderlo.