Aun cuando la mayoría de las cooperativas escolares ha dejado de vender productos considerados como "chatarra", ahora son los propios alumnos quienes los comercializan dentro de los planteles. Así lo informó Roberto Carlos Ramírez, presidente de la Asociación de Padres de Familia, quien reconoció que esta práctica se ha extendido en varias escuelas del estado.
La medida para prohibir la venta de alimentos con alto contenido calórico, azúcares o grasas fue implementada como parte de una estrategia para combatir el sobrepeso y mejorar los hábitos alimenticios en la comunidad estudiantil. Sin embargo, la restricción ha generado un mercado informal entre estudiantes, quienes llevan productos desde sus casas para revenderlos en los patios y pasillos.
Ramírez explicó que, al detectar estas prácticas, las direcciones escolares deben hacer el reporte correspondiente a las autoridades educativas. La intervención, no obstante, depende de cada caso, y muchas veces solo se limita a una advertencia.
Durante el fin de semana pasado, padres y docentes de al menos tres planteles reportaron casos en los que alumnos ofrecían frituras, refrescos, dulces y otros productos prohibidos, especialmente durante eventos deportivos y reuniones escolares. Aunque las cooperativas han cerrado filas para cumplir con la regulación, el comercio entre estudiantes sigue creciendo, lo que dificulta el control por parte del personal docente.
Padres de familia señalan que, en algunos casos, los alumnos obtienen ingresos constantes por estas ventas y que incluso se organizan por grupos para vender diferentes productos en horarios escalonados. Esta situación no solo incumple la normatividad sanitaria, sino que también genera conflictos entre alumnos y plantea un riesgo de salud pública al no haber control sobre el origen y manejo de los alimentos.
Ante este panorama, la Asociación de Padres de Familia llamó a reforzar la vigilancia dentro de las escuelas y a establecer acciones conjuntas con supervisores, directivos y autoridades de salud. El objetivo es frenar esta práctica y garantizar un entorno escolar que no contradiga las propias reglas impuestas por el sistema educativo.