Aniticonceptivos no son suficientes sin educación sexual

En Durango existe información sobre anticonceptivos, pero los estigmas familiares y culturales obstaculizan su uso efectivo. En muchos hogares se evita hablar de sexualidad con adolescentes e incluso con niños, considerándolo inapropiado o perjudicial. Ese silencio potencia embarazos no planeados.

Según reportes oficiales, en 2024 se registraron 1,920 casos de embarazo en adolescentes, cifra que representa una reducción de alrededor del 30% respecto a 2023, cuando hubo unos 2,200 casos. Hasta el segundo trimestre de 2024 se contaban 1,029 embarazos en menores de 20 años, incluidos 43 en niñas menores de 15.

Estos resultados reflejan que, aunque haya acceso a información y métodos gratuitos (como inyecciones, DIU e implantes), la educación desde edad temprana suele interrumpirse en casa. El miedo al rechazo y el tabú cultural alimentan la idea de que hablar de sexualidad promueve conductas inapropiadas, cuando en realidad limita el acceso consciente a opciones seguras.

En lo que va de 2025, en la Región Lagunera se reportan 599 embarazos en jóvenes de 15 a 19 años y 16 casos en menores de 15. Además, se estima que siete de cada diez embarazos en menores son producto de violencia sexual.

La situación es más crítica en zonas rurales y serranas como Tamazula, Topia, Guanaceví u Otáez. En estas regiones, la mayoría de los embarazos en adolescentes se relaciona con entornos familiares conservadores, ausencia de educación sexual formal y una fuerte carga de estigmas religiosos y culturales.

El embarazo adolescente no es solo un problema de salud pública; es el reflejo de un entorno que le niega a las y los jóvenes la posibilidad de decidir con libertad y conocimiento. Mientras en casa siga siendo un tema prohibido, mientras la información no se traduzca en confianza y decisión, el ciclo se repite. Los embarazos a temprana edad no empiezan en el consultorio, empiezan con el silencio.