Aumento preocupante en el consumo de antidepresivos y ansiolíticos en Durango
Durango enfrenta un incremento significativo en el consumo de medicamentos para tratar la depresión y la ansiedad, fenómeno que se ha acentuado en los últimos años. Según datos de la Secretaría de Salud, durante 2023 las ventas de antidepresivos aumentaron un 20%, impulsadas principalmente por la disponibilidad de versiones genéricas más económicas, con precios que oscilan entre 65 y 70 pesos por tratamiento mensual. Este crecimiento se intensificó entre octubre y diciembre del mismo año, cuando las ventas registraron un aumento adicional del 25 al 30%.
Entre los fármacos más demandados se encuentran el clonazepam y el alprazolam, ansiolíticos que requieren receta médica pero que son ampliamente utilizados por la población duranguense. Las autoridades sanitarias atribuyen este fenómeno a múltiples factores: mayor conciencia sobre salud mental postpandemia, estrés asociado a épocas festivas como diciembre y enero, y la accesibilidad económica de los genéricos. Sin embargo, preocupa el riesgo de automedicación y dependencia que puede derivarse del uso prolongado sin supervisión médica adecuada.
Aunque el aumento en las ventas podría interpretarse como un indicador positivo de que más personas buscan ayuda para problemas de salud mental, expertos advierten que el sistema de atención psicológica pública en Durango sigue siendo insuficiente. Se requieren con urgencia campañas de salud mental comunitaria, programas de intervención temprana en escuelas y barrios, así como la ampliación de servicios psicológicos accesibles que complementen el tratamiento farmacológico.
El reto para las autoridades de salud es balancear el acceso a estos medicamentos con estrategias integrales que aborden las causas profundas de los padecimientos mentales. Mientras tanto, el consumo de antidepresivos y ansiolíticos en Durango mantiene una tendencia alcista del 10% anual, reflejando tanto una mayor apertura para tratar estos padecimientos como las carencias del sistema de salud mental en la entidad. Esta situación exige políticas públicas más robustas que vayan más allá de la medicalización y promuevan el bienestar emocional desde un enfoque preventivo y comunitario.
