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18 de Mayo del 2024

Ecología

Bonos de carbono. Cuando cuidar el bosque es negocio.

Por: César Alberto Arreola Alvarado
Durango
26-01-2024

En un mundo donde la industrialización ha dejado una huella indeleble de contaminantes, la necesidad de soluciones innovadoras y sostenibles es más urgente que nunca. Aquí es donde los bonos de carbono emergen como una herramienta crucial en la lucha contra el cambio climático, funcionando como "tickets" que permiten a las empresas compensar sus emisiones de CO2. Estos bonos, creados a partir del cuidado de los bosques, representan un equilibrio entre el desarrollo industrial y la preservación ambiental.


En México, la Sierra Lacandona se destaca como un ejemplo emblemático de cómo la gestión de los bosques puede traducirse en bonos de carbono. Pero no es el único caso. La sierra de Durango, con su vasta extensión forestal, se está convirtiendo en un jugador importante en este mercado. Una hectárea de bosque en esta región puede capturar entre 60 y 230 toneladas de carbono, y aunque actualmente se paga a aproximadamente 2 dólares por tonelada, hay esfuerzos para aumentar este valor a 50 o 100 dólares para 2030. Este incentivo económico está motivando a muchas comunidades en América Latina a cuidar de sus bosques y a obtener ingresos sostenibles por ello.


Empresas reconocidas en México como Danone, General Motors, Aeroméxico y Microsoft están invirtiendo en estos bonos, reconociendo su valor tanto ecológico como económico. El mercado voluntario de carbono, existente desde 2013, representa una bolsa global de 4,500 millones de dólares, contribuyendo a la reducción de mil millones de toneladas de CO2.


Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, el desafío es colosal. Las emisiones mundiales relacionadas con la energía aumentaron un 6% en 2021, alcanzando un récord de 36,mil 300 millones de toneladas, exacerbadas por la recuperación post-COVID-19. La realidad es clara: aún queda mucho camino por recorrer.


Para las comunidades de la sierra de Durango, los bonos de carbono no son solo una fuente de ingresos, sino también un compromiso con la protección de su entorno natural. Este modelo ofrece una visión esperanzadora, donde el desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental pueden ir de la mano, delineando un futuro más verde y próspero para Durango y el mundo.





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