Aunque el nuevo Reglamento de Tránsito de Durango está a punto de ser aprobado y representa un paso importante en materia de movilidad, la ciudad sigue arrastrando una profunda deuda en infraestructura para ciclistas. Las ciclovías, que deberían ser una alternativa segura y funcional al uso del automóvil, están abandonadas, deterioradas y, en muchos casos, inservibles.
Durante la revisión del reglamento, uno de los temas que volvió a salir a flote fue la falta de voluntad política para apostar por la movilidad no motorizada. Así lo señaló la regidora Tita de la Parra, quien ha impulsado desde su posición iniciativas a favor de peatones y ciclistas: "Esta administración no se preocupó en lo absoluto por construir nuevas ciclovías ni por dar mantenimiento a las ya existentes. Fue una batalla perdida en ese sentido, y es muy lamentable para una ciudad que necesita urgentemente infraestructura para todos los tipos de movilidad".
La situación es evidente en varios puntos de la ciudad: ciclovías con el pavimento cuarteado, señalización desaparecida, tramos invadidos por automóviles o comercio informal, y rutas inconexas que dificultan el uso cotidiano de la bicicleta. A pesar del impulso ciudadano que ha crecido en los últimos años, no se han concretado políticas públicas que den seguimiento y mantenimiento a esta infraestructura.
"El reglamento es un primer paso, pero todavía hay mucho por hacer", agregó De la Parra. Desde su regiduría, ha insistido en que la movilidad debe pensarse más allá del automóvil, y que se requiere infraestructura segura y digna para ciclistas, peatones, personas con discapacidad y usuarios del transporte público.
Mientras el reglamento avanza hacia su votación en Cabildo, la realidad en las calles sigue siendo contradictoria. Si no se acompaña de acciones concretas, inversión pública y visión de largo plazo, Durango corre el riesgo de seguir avanzando solo en papel, mientras la movilidad sustentable continúa estancada.