Durante años, los habitantes de colonias como Lázaro Serrano, Montes y Cielo Azul, en la ciudad de Durango, han enfrentado un problema crónico que afecta su movilidad, seguridad y calidad de vida: la falta de pavimentación en sus calles. Esta carencia de un servicio básico de infraestructura no es un caso aislado, sino que representa un déficit estructural a nivel municipal, donde casi una cuarta parte de la red vial permanece en condiciones precarias, según datos del Censo Nacional de Gobiernos Municipales del INEGI 2020. El problema se agrava con la continua expansión urbana, generando un círculo vicioso donde la demanda de nuevos pavimentos supera constantemente la capacidad de cobertura de las autoridades.
Quienes padecen directamente esta situación son los residentes de las colonias populares y asentamientos irregulares localizados principalmente en la periferia de la ciudad. Familias enteras, en zonas con más de quince años de antigüedad, como las mencionadas, se ven obligadas a transitar a diario por vialidades polvorientas en época de secas y convertidas en lodazales intransitables durante las lluvias. Esta realidad afecta de manera desproporcionada a los sectores con mayores niveles de marginación, perpetuando su condición de desventaja y limitando su acceso pleno a la ciudad.
La forma en que se manifiesta el problema es a través de calles de tierra que, al carecer de una superficie sólida, se deterioran rápidamente con el paso de los vehículos y las inclemencias del clima. Este estado impide una circulación fluida y segura, dificulta el acceso del transporte público y de servicios de emergencia, y genera problemas de salud debido al polvo y al agua estancada. Aunque el gobierno municipal implementa anualmente programas de obra pública con pavimentación en concreto hidráulico, empedrado o asfalto, estos esfuerzos resultan insuficientes ante la magnitud del déficit acumulado y el crecimiento constante de la mancha urbana.
El momento en que esta problemática se ha vuelto más evidente es a lo largo de la última década, conforme la ciudad ha expandido su territorio hacia el norponiente y el suroriente. Sin embargo, para los vecinos de colonias consolidadas, el problema lleva existiendo más de quince años, un periodo durante el cual han visto cómo su demanda de urbanización básica ha sido postergada una y otra vez. La persistencia del issue a través de múltiples administraciones municipales indica una falta de políticas públicas de largo alcance para resolverlo de manera definitiva.
El lugar donde se concentra este déficit de pavimentación es en la periferia de la ciudad de Durango, específicamente en colonias populares, asentamientos irregulares, zonas con laderas de cerros y en los accesos a comunidades rurales. Estas áreas, que son las que más necesitan la integración a la trama urbana formal, son las más desatendidas. La falta de pavimentación en estas vialidades no solo es un tema de comodidad, sino una cuestión de equidad y justicia social, que refleja la deuda histórica en infraestructura básica que se tiene con los sectores más vulnerables de la población, limitando sus oportunidades de desarrollo y exposición a riesgos innecesarios.