Cómo empezar a crear contenido sin morir en el intento
Tecnología

Cómo empezar a crear contenido sin morir en el intento


Imagina que estás en tu rutina habitual de redes sociales. Deslizas, deslizas, deslizas



De pronto aparece un video que parece obra de un estudio profesional: iluminación impecable, encuadre perfecto, una edición tan limpia que casi da envidia y una persona que habla con una seguridad sorprendente.


Y ahí llega el golpe silencioso: "¿Así tengo que verme para empezar?"


Lo curioso es que vemos la superficie, pero casi nunca lo que hay detrás. La mayoría de los creadores "grandes" trabajan con equipos completos: alguien que sostiene la luz, alguien que ajusta el audio, quien revisa el guion, quien se encarga de editar, e incluso alguien que monitorea qué funciona y qué no. Pero desde fuera es fácil olvidar que esa calidad no llegó en el primer intento.



Ahí está la trampa: comparas tu primer paso con la versión más pulida de alguien más



Sin embargo, el deseo de empezar no desaparece. Tan solo en 2024 se registraron más de 207 mil creadores de contenido en México, de acuerdo con el Estudio Anual de Influencer Marketing 2025, lo que posiciona al país como el segundo con más creadores en América Latina.


Muchos de ellos nacieron del mismo lugar que tú: la curiosidad, la necesidad de expresarse o la simple pregunta de "¿por qué no?".



Entre esa enorme comunidad está Elizabeth Garcia, conocida en TikTok como Divina Lectora. Su historia es una prueba de que comenzar no requiere grandes equipos ni una estrategia perfecta, sino ganas de compartir algo que te apasiona



Empezar con lo que tienes: el mito del equipo perfecto

Una de las primeras ideas que frenan a quienes quieren comenzar es la necesidad de tener cámaras profesionales, lámparas especiales, micrófonos de alta gama o fondos perfectos. La industria nos ha acostumbrado a ver contenidos con calidad cinematográfica, pero iniciarlos no necesita grandeza técnica.


Elizabeth recuerda que todo lo que tenía en su primer video era su teléfono. Ni luces, ni tripié, ni micrófono. Nada más que su voz, sus libros y una idea.



"Para empezar -dice- solo necesitas tu celular y una buena idea de qué contenido quieres hacer"



Hoy existen herramientas que facilitan la edición para quienes están aprendiendo. Una de las más populares es CapCut, que ofrece plantillas gratuitas y se vincula directamente con TikTok. Eso significa que no es necesario dominar software complicado: basta con experimentar, equivocarse un poco y volver a intentar.


Con el tiempo, si tu contenido crece, puedes invertir en lo que te haga el proceso más cómodo: un micrófono sencillo para que se escuche mejor, un tripié para no batallar con el encuadre, una lámpara económica para grabar de noche. Pero nada de eso es requisito para comenzar.



La creación de contenido, al final, es más voluntad que presupuesto



La pena: ese enemigo que heredamos de la prehistoria

Si hubiera que elegir un obstáculo universal entre quienes quieren grabar sus primeros videos, sería este: la pena.


Esa sensación incómoda, casi física, de estar siendo observado y juzgado. Pero no es algo inventado de la era digital: la vergüenza tiene raíces evolutivas profundas. Teorías científicas señalan que retraerse y evitar exponerse pudo ayudar a nuestros antepasados a no meterse en conflictos dentro de la manada. Era una estrategia de supervivencia.


Aunque ya no vivimos en cuevas, el cuerpo todavía reacciona como si sí.


Elizabeth lo vivió también. Pero hubo un impulso que terminó ganando: el deseo de conversar con otros lectores. Quería encontrar a alguien que estuviera leyendo lo mismo que ella, alguien con quien intercambiar opiniones, recomendaciones y emociones.


Ese deseo superó a la vergüenza.


Su consejo es tan simple que sorprende: "No lo pienses mucho".



Porque pensar demasiado es, muchas veces, el camino más corto hacia no hacer nada.


Cuando apagas la cámara, llegan las dudas, menciona Elizabeth: "¿y si nadie ve mi video?, ¿y si no gusta?, ¿y si me atacan?"


Ese monólogo interno es inevitable, pero no tiene por qué definir lo que haces.


Elizabeth, aun con nervios, grabó. Y ese primer video abrió el camino a todo lo que vino después



Exponerse a millones: la parte que nadie cuenta

Subir un video a internet no es una acción pequeña. Implica abrir una puerta a un mundo donde cualquiera -literalmente cualquiera- puede comentar, criticar, apoyar o malinterpretar.


Actualmente existen más de 5,240 millones de usuarios en redes sociales. Cada uno con gustos, valores, humores e interpretaciones distintas.


Puedes hablar de un libro y, sin aviso, recibir comentarios sobre tu voz, tu estilo, tu apariencia o tu personalidad. A veces serán elogios; otras veces, no.


La Divina Lectora ha recibido comentarios que no comparten su opinión -y lo considera parte normal del diálogo-, pero también ha enfrentado mensajes abiertamente hirientes.



Su estrategia es sencilla y muy saludable:si no aporta nada, lo borra.



No es fragilidad, es autocuidado.


"Puedes tener diez comentarios: nueve son buenos y uno dice "estás tonta" y a veces ese comentario pesa más que todos los demás", reflexiona.


Cuidar tu espacio mental es parte del trabajo.


Disciplina: el motor silencioso que sostiene todo

Hay un mito frecuente: que crear contenido es grabar, subir y esperar. Pero la constancia -aunque sea pequeña- es el elemento que más transforma una cuenta a largo plazo.


En el caso de Elizabeth, leer es un pasatiempo, pero grabar no ocurre cuando "se puede", sino cuando decide hacerlo.


"Si me pongo a ver cuándo tengo tiempo para subir contenido, nunca lo voy a hacer", dice.


Con el tiempo entendió que la disciplina no es rigidez, sino intención. "Si hubiera sido disciplinada desde el inicio, tendría más encendido el foco de cómo analizar las historias".


Y aunque ella se refiere al universo literario, el principio es universal: cocina, tecnología, moda, reseñas, humor, arte. Todo crece con continuidad.



Crear contenido no significa renunciar al disfrute, sino organizarlo para que genere resultados



Un cierre para quienes están dudando

Empezar en redes no es solo un acto técnico; es un acto emocional.


Implica enfrentarse al miedo, a la comparación, a la posibilidad del rechazo y, sobre todo, a esa vocecita que dice "no eres suficiente".


Pero también abre puertas: a formar comunidad, a encontrar personas que piensen como tú, a descubrir nuevas maneras de expresarte, a construir un espacio propio.


La historia de Elizabeth Garcia demuestra algo simple y profundo: Nadie empieza sabiendo. Nadie empieza con todo. Nadie empieza sin miedo.


Y aun así, empiezan.



Tal vez la pregunta no sea "¿estoy listo?", sino: ¿Qué historia quieres contar hoy, incluso si todavía te tiembla un poco la voz?


Noticias Similares

Destacadas

Más de Meganoticias