Contradicciones sobre violencia escolar en Durango
Mientras la Asociación Estatal de Padres de Familia asegura que los casos de bullying han disminuido en las escuelas de Durango, desde el Congreso local se advierte lo contrario: la violencia escolar va en aumento.
Roberto Carlos Ramírez Espinoza, presidente de la asociación, informó que en la mayoría de los niveles educativos hay una percepción de baja en los incidentes relacionados con acoso entre estudiantes. Señaló incluso que en preescolar no se tienen reportes formales sobre este tipo de conducta.
Sin embargo, la diputada local Gabriela Vázquez Chacón aseguró que los casos de violencia en escuelas van al alza y que cada semana llegan nuevos reportes. Según la legisladora, no se trata solo de situaciones de acoso verbal o físico entre estudiantes, sino también de entornos escolares que no están reaccionando con protocolos adecuados.
La diputada consideró urgente revisar las leyes locales y avanzar en nuevas normativas que permitan atender con mayor precisión la violencia escolar en sus diferentes formas. Planteó que es necesario fortalecer los mecanismos de prevención y atención dentro de los planteles, así como capacitar al personal docente para intervenir de manera efectiva.
La diferencia de posturas entre padres organizados y representantes del Congreso expone una brecha en el diagnóstico del problema. Mientras unos afirman que hay avances, otros señalan que las denuncias se han hecho más frecuentes y visibles, sobre todo en niveles de secundaria y bachillerato.
El tema no es menor. De acuerdo con datos recientes de instituciones federales, Durango figura entre las entidades donde el bullying ha generado afectaciones emocionales severas en adolescentes, incluyendo intentos de suicidio.
Por ahora, no existe un registro público estatal que permita verificar con claridad cuántos casos se presentan al mes y en qué zonas se concentran. Sin datos claros, los esfuerzos institucionales avanzan con diagnósticos incompletos.
La discusión sigue abierta. Lo que está en juego es la seguridad emocional y física de miles de estudiantes.
