Durango guarda secretos que no huelen a minería, sierra o mezcal, sino a tostado, tierra dulce y calor de fogón. Uno de ellos ha permanecido oculto a la sombra de un árbol subestimado: el mezquite. Mientras en otras regiones se utiliza para leña o sombra, en esta tierra donde crece en abundancia, guarda un potencial alimentario que por décadas pasó desapercibido. Fue Sócrates González quien lo descubrió antes que muchos.
Tras meses de investigación identificó algo que sorprende incluso a quienes aman el café tradicional: del mezquite se puede obtener un café auténtico, sin cafeína, apto para niños, personas diabéticas y con capacidad de generar picos energéticos más prolongados, alcanzando hasta cuatro horas. Su aporte no solo es energético: contiene fibra natural que favorece la digestión, regula la glucosa y aporta calcio, potasio, hierro, aminoácidos y proteínas vegetales. Un superalimento que siempre estuvo al alcance, pero nunca en la conversación.
El proceso para obtenerlo no es sencillo. Del árbol a la taza pueden pasar entre siete y ocho meses. Se selecciona la vaina, se lava, se seca, vuelve a lavarse y se clasifica. Después del tostado (medio o completo) nace el café, mientras que con otra parte se produce harina sin gluten, con propiedades nutrimentales incluso superiores al café convencional, que pierde componentes en el tostado intenso.
Más allá de lo nutricional, el café de mezquite guarda memoria. Su origen se atribuye a los antiguos xhixhines, un pueblo indígena ya desaparecido del territorio duranguense, que lo preparaba mucho antes de la llegada de los españoles. En el norte del país aún lo elaboran pueblos rarámuri, lo que confirma que no es una invención moderna, sino una tradición revivida.
Hoy, bajo la marca Café Mezkite, este producto ya se sirve en 12 cafeterías, además de un restaurante y un hotel de Durango. La meta de su creador no es solo comercial: busca que el café de mezquite se convierta en un símbolo cultural del estado, como lo hizo el mezcal con el alacrán. Un sabor que no solo se bebe, sino que representa identidad.
El emprendedor reconoce que abrir camino no ha sido fácil. Durango consume café, pero no siempre consume lo propio. Aun así, Mezkite avanza con raíces profundas, como el mezquite mismo y abre paso para que un sabor ancestral vuelva a pertenecerle a su tierra.