Una crisis silenciosa, pero profunda, se está atendiendo a través de la línea telefónica de la Línea AMA, donde la depresión y la ansiedad emergen como los fantasmas más recurrentes en la salud mental de los duranguenses. Estos dos padecimientos concentran la alarmante cifra del 50% de todas las atenciones que brinda el Instituto de Desarrollo Humano y Valores, pintando un panorama claro de los estragos que el malestar emocional está causando en la población. Con un promedio de 150 llamadas semanales, que suman 3,000 en sus primeros quince meses de operación, este servicio se ha convertido en un vital cordón umbilical para quienes buscan orientación y apoyo en medio del tormento psicológico.
Las cifras fueron reveladas por la directora del área de salud mental de la institución, Alejandra Terán, quien precisó que 1,500 consultas han sido específicamente por trastornos de depresión y ansiedad. Quienes están buscando ayuda son hombres y mujeres de la comunidad duranguense, con un patrón de comportamiento diferenciado: mientras las mujeres predominan en las consultas presenciales, el anonimato y la inmediatez de la atención telefónica han registrado una creciente y significativa participación masculina, rompiendo lentamente el estigma que tradicionalmente ha impedido a los hombres buscar apoyo para su bienestar emocional.
La forma en que opera este salvavidas emocional es a través de un servicio de consejería telefónica accesible. La Línea AMA se ha posicionado como un primer puerto de escala para personas que, de otra manera, podrían no dar el paso de acudir a una consulta presencial. El modelo permite que las personas expongan su situación desde la privacidad de su hogar, recibiendo contención inmediata y, de ser necesario, la canalización a servicios más especializados. Este enfoque ha demostrado ser crucial para llegar a sectores de la población, particularmente los hombres, que históricamente han sido reacios a hablar abiertamente sobre sus luchas internas.
El momento de este reporte coincide con los primeros quince meses de operación continua del servicio, un periodo que ha permitido recopilar datos contundentes sobre la realidad de la salud mental en la entidad. La persistencia de estas 150 llamadas semanales indica que la necesidad es constante y creciente, no un fenómeno pasajero.
La alta incidencia de depresión y ansiedad no es solo un dato estadístico; es un reflejo de un malestar social más amplio que requiere atención urgente. El hecho de que los hombres estén utilizando más el servicio telefónico sugiere un cambio cultural prometedor, pero también subraya la necesidad de crear más espacios seguros donde la vulnerabilidad no sea vista como una debilidad. En un mundo donde la salud mental es tan vital como la física, iniciativas como la Línea AMA se convierten en una trinchera esencial contra el sufrimiento silencioso que afecta a miles de duranguenses.