Durango avanza en tratar aguas, pero hay retos rurales pendientes.
El estado de Durango ha logrado avances significativos en el tratamiento de aguas residuales, destacando por encima del promedio nacional, con una capacidad de procesamiento de 100.5 millones de metros cúbicos anuales de los 177 millones que produce. En la capital, este esfuerzo se concentra en cinco plantas de tratamiento: Oriente, Sur, Cristóbal Colón, Parque Guadiana y Dalila, las cuales reciben entre 1,800 y 2,000 litros por segundo, logrando tratar aproximadamente 56 millones de metros cúbicos al año, lo que representa el 100% de las aguas residuales generadas en la ciudad. Estos resultados son posibles gracias a procesos de tratamiento secundario que cumplen con la norma NOM-001, colocando a Durango capital a la vanguardia en este ámbito.
El Gobierno del Estado ha destinado una inversión anual de 140.6 millones de pesos para mantener y modernizar la infraestructura hidráulica en la capital. De este monto, 43.6 millones se asignan a operación, 71 millones a mantenimiento y 25 millones a la renovación de equipos y sistemas. Estos recursos han permitido no solo garantizar el funcionamiento eficiente de las plantas, sino también promover la reutilización del 89% del agua tratada en actividades como riego agrícola, uso industrial y mantenimiento de áreas verdes. Solo el 8.5% se vierte al río Tunal, minimizando así el impacto ambiental.
Sin embargo, la situación en los municipios rurales contrasta con los logros de la capital. En estas zonas, el tratamiento del agua depende principalmente de métodos primarios, como lagunas de oxidación y filtros, que si bien son funcionales, no alcanzan los estándares de eficiencia de las plantas urbanas. Además, la falta de presupuesto y tecnología adecuada ha limitado la expansión de sistemas más avanzados, lo que representa un riesgo para la salud pública y los ecosistemas locales. Autoridades estatales reconocen que se requiere mayor financiamiento para mejorar la cobertura en comunidades alejadas, donde el agua tratada se usa principalmente en cultivos o se descarga directamente en ríos y arroyos sin un proceso óptimo de depuración.
Para cerrar esta brecha, se necesitan políticas públicas focalizadas que prioricen la modernización de la infraestructura en municipios con menor capacidad técnica, así como una mayor supervisión para garantizar que las plantas operen correctamente. También es fundamental fortalecer la coordinación entre gobiernos estatales y municipales para asegurar que los recursos se apliquen de manera eficiente. Mientras Durango capital sigue siendo un ejemplo en el manejo de aguas residuales, el reto pendiente es extender estos avances a todo el estado, asegurando que cada comunidad tenga acceso a sistemas de tratamiento que protejan tanto la salud de sus habitantes como el medio ambiente.
