En 2025, la ciudad de Durango y gran parte del país enfrentan una crisis hídrica que ha afectado gravemente la disponibilidad de agua tanto en zonas urbanas como rurales. Esta situación es resultado de diversos factores acumulados a lo largo de los años, como la sequía prolongada, la sobreexplotación de acuíferos y una gestión deficiente del recurso hídrico. De acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), la disponibilidad per cápita de agua en México ha disminuido entre un 15 y un 20 por ciento en comparación con el periodo 2022?2024. En Durango, esta reducción ha provocado racionamientos en la ciudad y desabasto crónico en comunidades rurales, donde las familias dependen de tinacos llenados por pipas y, en muchos casos, de agua almacenada en condiciones poco higiénicas.
El problema ha generado una serie de consecuencias sociales y económicas. Muchas familias han tenido que aumentar sus gastos en la compra de agua embotellada o en el servicio de pipas, lo que representa una presión económica considerable, especialmente para quienes viven en situación vulnerable. Además, el uso de agua contaminada o el acceso limitado al líquido para higiene y preparación de alimentos pone en riesgo la salud de la población, sobre todo en zonas donde el acceso a servicios de salud también es limitado. Esta situación ha generado inconformidad y protestas vecinales en varias colonias de la capital, y en algunos casos, ha derivado en la migración de familias que ya no pueden sostenerse en sus lugares de origen debido a la falta del recurso.
Frente a este panorama, las autoridades municipales y estatales han reconocido la urgencia de implementar medidas que garanticen el suministro de agua de forma equitativa. Se plantea la necesidad de invertir en infraestructura para captar, almacenar y tratar el agua, incluyendo plantas de tratamiento y redes de distribución eficientes que reduzcan pérdidas por fugas. También se han señalado como indispensables las políticas públicas que prioricen el consumo humano sobre el industrial y sancionen el uso irracional del recurso. Por su parte, la población puede contribuir mediante hábitos de ahorro en el hogar, como reducir tiempos de baño, reutilizar agua cuando sea posible y reportar fugas. Aunque el problema es complejo, autoridades y ciudadanía coinciden en que la solución requiere del esfuerzo conjunto y urgente para evitar una crisis mayor.