Entre fe y antojitos: multitudes celebran el Día de la Virgen

Las calles alrededor del Santuario de Guadalupe despertaron este 12 de diciembre envueltas en un movimiento que solo la festividad guadalupana provoca. Desde la madrugada, peregrinos, familias, danzantes y vendedores comenzaron a reunirse en uno de los puntos religiosos más concurridos del estado, donde la tradición supera lo espiritual y se convierte en una jornada que también convoca a la convivencia y la gastronomía.

Cada año, entre 60 y 70 mil personas acuden al Santuario durante el 11 y 12 de diciembre, según proyecciones con base en los flujos anteriores. La tendencia volvió a repetirse con la llegada constante de feligreses provenientes de distintos municipios, comunidades rurales e incluso estados vecinos.

Pero la devoción no llega sola. Las horas de peregrinación, baile y espera se acompañan de una oferta gastronómica que, para muchos, es parte inseparable de la fecha. Puestos de menudo, tamales, atole, pozole, gorditas, flautas y sopes se instalaron desde la madrugada, aprovechando uno de los días de mayor consumo en el año. Comerciantes estiman que la demanda en antojitos tradicionales incrementa hasta 30%, y no es raro que antes del mediodía varios productos comiencen a agotarse.

A pesar del frío, el ambiente se mantuvo animado, con música de viento, danzas, familias con flores y niños caracterizados de "Juan Diego", una imagen que año con año se repite y se vuelve símbolo de identidad local.

Entre rezos, música y el aroma del atole recién hecho, Durango vivió nuevamente una de sus celebraciones más arraigadas. Para miles, esta fecha no es solo una cita religiosa: también es un recordatorio de comunidad, tradición y el sabor que acompaña cada diciembre.