Mientras la sociedad celebra los avances en la equidad de género, una realidad paralela y menos visible gana terreno: la creciente presión sobre los hombres en un mundo de expectativas cambiantes, donde los roles tradicionales se desdibujan, pero los estigmas persisten. Lejos de los reflectores, un número cada vez mayor de hombres está buscando ayuda, rompiendo el silencio que durante generaciones ha definido la experiencia masculina.
Esta transformación silenciosa comienza a reflejarse en las estadísticas judiciales. En Durango, el Poder Judicial del Estado reporta un incremento gradual pero significativo en la asignación de custodia a los padres. Las cifras pasaron de 128 casos en 2021, que representaban el 23% del total de custodias, a 158 en 2023, equivalentes al 27%. Esta tendencia ascendente, que alcanzó el 25% en 2022, refleja una evolución en los criterios legales, reconociendo progresivamente la capacidad de los padres para asumir el cuidado primario de sus hijos.
Sin embargo, este avance legal contrasta con las batallas privadas que muchos hombres libran. La salud mental masculina emerge como un campo de preocupación urgente. Los expertos señalan que los hombres enfrentan presiones sociales específicas que afectan profundamente su bienestar, desde la expectativa de ser proveedores hasta el mandato tácito de suprimir sus emociones. La depresión y la ansiedad encuentran en este caldo de cultivo un terreno fértil, pero a menudo no diagnosticado.
Las autoridades de salud enfatizan que la atención masculina no puede centrarse en un solo aspecto, sino que debe ser integral. Durante el desarrollo del hombre, diversos factores de riesgo deben vigilarse de manera constante, no solo durante fechas específicas. La necesidad es clara: crear espacios seguros donde los hombres se sientan libres de expresar su vulnerabilidad sin ser juzgados.
La urgencia de este abordaje integral se hace evidente en las crudas estadísticas de autolesiones, donde la proporción es de cuatro hombres por cada mujer. Esta cifra revela el costo humano de un estereotipo que exige fortaleza perpetua. El verdadero desafío, entonces, va más allá de celebrar un día; se trata de construir una sociedad donde la salud emocional de los hombres deje de ser un tema tabú y se convierta en una prioridad de salud pública durante los 365 días del año.