Jóvenes endeudados: el precio del crédito

El estrés financiero deja huella en duranguenses jóvenes y adultos cuando lo que parecía una compra espontánea de un nuevo teléfono, por ejemplo, se convierte en una carga impagable. De pronto, no es solo el bolsillo el que duele.

En México, el 70 % de personas mayores de 18 años vive estrés financiero en niveles moderados o altos, con síntomas físicos como dolores de cabeza, gastritis y malestares cardíacos, y psicológicos como insomnio, ansiedad o trastornos en la alimentación. Incluso, en algunos casos, se contempla autolesionarse como salida al agobio económico.

Entre el estrés y la realidad del pago, muchos usuarios de tarjetas en Durango entran en un ciclo complicado: pagan el mínimo, adquieren más deudas y acumulan intereses que crecen mes a mes. Según datos de la Condusef, gran parte de los jóvenes adultos desconocen cómo funciona una tasa de interés y, en consecuencia, terminan pagando hasta el doble de lo que gastaron originalmente. Esta falta de educación financiera se combina con la presión social por adquirir bienes y servicios, lo que intensifica la ansiedad y el malestar emocional.

En Durango, el uso de tarjetas de crédito ha aumentado: el segmento creció del 10.3 % en 2018 al 18.5 % en 2023, reflejo de una menor liquidez?. Durante el Buen Fin 2024, entre el 55 % y 56 % de las compras en Durango se realizaron con tarjeta, un indicador relevante del crecimiento del plástico como medio de pago. Esta dependencia al crédito ha impulsado la cartera vencida: a nivel nacional, se duplicó en 12 meses, con un 97 % más de tarjetas impagas y hogares que destinan más de la mitad de su salario a cubrir deudas.

Además, el promedio de ahorro es casi nulo. En México, la deuda promedio en una tarjeta es de 30 mil pesos, muchos sin capacidad de pago. Lo que empieza como ayuda inmediata una tarjeta para emergencias o compras inmediatas termina desgastando tanto la salud financiera como emocional. El verdadero valor del dinero se paga en paz mental. Ese precio, a largo plazo, resulta más costoso que un gasto impulsivo.