En el Estero El Soldado, un Área Natural Protegida ubicada a pocos kilómetros de Guaymas, el tiempo comenzó a revelar lo que llevaba siglos oculto
La reciente erosión marina dejó al descubierto restos humanos pertenecientes a un entierro prehispánico, lo que obligó a un equipo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Sonora a activar un rescate arqueológico de urgencia.
El enterramiento corresponde a una mujer que habría sido sepultada originalmente a más de metro y medio de profundidad.
Los desplazamientos de arena y cambios en la línea costera la dejaron expuesta, poniendo en riesgo su preservación.

Ahora, sus restos serán analizados para comprender mejor quiénes ocuparon y aprovecharon este estero entre los años 800 y 1300 d.C.
La vida antigua junto al humedal
Durante los trabajos recientes también se recuperaron evidencias que hablan de prácticas funerarias y modos de vida de los antiguos habitantes de la región, pertenecientes a la tradición arqueológica Costa Central.
Estos grupos establecían campamentos temporales y dependían estrechamente de los recursos del manglar y la costa.
La prueba más contundente de su presencia son los concheros: enormes acumulaciones de moluscos consumidos durante generaciones.

Junto a ellos aparecen herramientas de piedra y ceniza producto de fogones, rastros directos de la preparación de alimentos, momentos de convivencia y actividades cotidianas que ocurrieron siglos antes de que el área fuera protegida
Un llamado a la corresponsabilidad
Las autoridades del Área Natural Protegida piden a quienes visitan el Estero El Soldado que reporten cualquier hallazgo funerario o evidencia arqueológica.
Cada aviso oportuno permite activar protocolos de rescate y evitar que procesos naturales o la actividad humana dañen materiales que aún pueden ofrecer información clave sobre el pasado.
En un sitio donde el mar mueve la arena y desentierra historias, la conservación depende tanto de especialistas como de quienes recorren sus senderos.

Cada fragmento recuperado ayuda a reconstruir las vidas de quienes habitaron esta costa mucho antes de que existiera la noción de frontera o de protección ambiental