Nochebuenas inundan Durango, pero algunas no son de producción local

El rojo intenso de la Nochebuena vuelve a teñir las calles y hogares de Durango, anunciando con su color vibrante la llegada inminente de la Navidad. Sin embargo, detrás de esta explosión festiva de color se esconde una paradoja: aunque la flor se ha convertido en un símbolo omnipresente del paisaje urbano, la considerable cantidad que se vende en la capital duranguense no es de producción local, llegando desde invernaderos de otros estados para cubrir la enorme demanda estacional.

La temporada de producción intensiva de esta flor emblemática inicia desde agosto, pero es en noviembre cuando alcanza su punto máximo de maduración y coloración, preparándose para la venta masiva que ocurre entre el 20 de noviembre y el 24 de diciembre. Este proceso lento y cuidadoso garantiza que cada planta llegue a los puestos con sus brácteas (las hojas coloreadas) en su máximo esplendor.

La Nochebuena es extremadamente solicitada, ya sea para centros de mesa, adornos hogareños o simplemente como un símbolo vivo de la temporada. No obstante, su belleza es efímera si no se le brindan los cuidados específicos que requiere. Los expertos recomiendan ubicarla en sol o sombra, ajustando el riego: cada tercer día si está a pleno sol, y solo una o dos veces por semana si está en sombra, dependiendo de la humedad. Con atención constante, puede durar años; descuidada, no superará unas semanas.

A pesar de que la planta en sí no sea local, su comercialización genera un importante impacto económico en la entidad. La temporada noviembre-diciembre crea aproximadamente 3,500 empleos temporales directos, con una derrama salarial estimada en 45 millones de pesos. Este mercado laboral estacional presenta una marcada división de género: las mujeres representan el 65% de la mano de obra en las delicadas labores de selección, embalaje y venta directa, mientras que los hombres predominan en las actividades de producción en invernadero, logística y transporte, cerrando el ciclo que lleva esta tradición navideña desde el vivero hasta el corazón de los hogares duranguenses.