Piñatas decembrinas: tradición, color y trabajo que se reactiva

En calles, talleres y mercados, el sonido del papel china y el engrudo anuncia la llegada de las fiestas decembrinas. Las piñatas vuelven a colgarse como uno de los símbolos más reconocibles de la temporada, no solo en posadas y celebraciones familiares, sino como un oficio que cobra fuerza cada fin de año y activa la economía de decenas de familias.

La piñata tiene un origen que mezcla historia y religión. Tradicionalmente, su forma de estrella representa la lucha contra los pecados, mientras que los golpes simbolizan la fe y la recompensa llega al romperla. Con el paso del tiempo, esta carga simbólica se transformó en un elemento festivo que hoy convive con personajes animados, figuras navideñas y diseños personalizados.

Durante esta temporada, artesanos y comerciantes reportan un incremento significativo en la elaboración y venta de piñatas. Se estima que, en diciembre, la demanda puede aumentar entre un 40 y 60 por ciento en comparación con otros meses, impulsada por posadas escolares, reuniones familiares y festejos comunitarios. Muchas familias optan por mandar a hacer piñatas personalizadas, mientras que otras recurren a modelos tradicionales por su menor costo.

El precio de una piñata varía según el tamaño y el diseño, y puede ir desde opciones accesibles hasta piezas elaboradas que requieren varios días de trabajo. Papel, cartón, engrudo y estructura se combinan con creatividad y paciencia, en un proceso completamente artesanal que suele intensificarse conforme se acerca la Navidad.

Más allá del juego, la piñata sigue siendo un punto de encuentro entre generaciones. En cada golpe se conserva una tradición que no solo adorna las fiestas decembrinas, sino que mantiene viva una expresión cultural que año con año vuelve a tomar fuerza.