Cada noviembre, Durango se llena de anuncios rojos, promesas irresistibles y ese impulso casi automático de "usar la tarjeta porque luego lo pago". El Buen Fin vuelve a encender la temporada de consumo, pero también revive un patrón conocido: compras sin plan, deudas que se arrastran meses y la sensación de que el beneficio dura horas, mientras la carga financiera se queda mucho más tiempo.
En esta edición, el comercio local apuesta por un repunte importante: más de 5,600 empresas están registradas y se proyecta superar la derrama superior a los mil millones de pesos. Sin embargo, el entusiasmo contrasta con otra realidad: miles de duranguenses llegan al Buen Fin sin haber terminado de pagar lo que compraron el año pasado, y con un presupuesto debilitado por la inflación y el menor poder adquisitivo.
El uso de tarjetas sigue creciendo en la entidad. El INEGI reporta que el pago con tarjeta en comercios de Durango pasó de 10.3 % a 18.5 % en cinco años, un incremento que refleja mayor digitalización, pero también mayor exposición al endeudamiento en temporadas de alto consumo. Al combinar promociones, compras impulsivas y meses sin intereses, se vuelve fácil comprometer ingresos futuros sin medir la capacidad de pago real.
Las instituciones financieras también han prendido alertas. Durante el primer semestre de 2025, los productos más reclamados en Condusef fueron la tarjeta de crédito, la de débito y los créditos personales, lo que evidencia fallas en el manejo financiero y problemas crecientes al momento de pagar. Esto coincide con el aumento de compras diferidas en campañas comerciales como el Buen Fin.
Establecer un límite de gasto, evitar diferir compras no esenciales y liquidar saldos completos siempre que sea posible. En Durango, donde el Buen Fin ya se siente en cada vitrina, la decisión final no será qué tanto se compra, sino qué tan responsablemente se enfrentará la factura que llegará en diciembre.