La propuesta de reforma para reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales ha generado opiniones divididas en distintos sectores. Sin embargo, desde la perspectiva de la salud mental, esta medida representaría un avance significativo en el bienestar emocional y familiar de los trabajadores, así lo considera Ana Terán, directora de Salud Mental del Instituto para el Desarrollo Humano y Valores (INDEHVAL).
La especialista subraya que actualmente muchas personas están saturadas por largas jornadas, lo que impide una convivencia sana en el hogar, dificulta el seguimiento de terapias médicas o psicológicas, y genera una sobrecarga emocional que puede derivar en cuadros de ansiedad, depresión e incluso adicciones. "Vemos casos donde las madres o padres no tienen tiempo de llevar a sus hijos a terapia; sólo pueden hacerlo los fines de semana porque sus trabajos no les permiten otro espacio. Esa falta de tiempo está rompiendo la cohesión familiar", indicó.
Terán enfatizó que si bien la búsqueda de mejores ingresos es válida, no debe estar por encima de la salud emocional. "Podemos tener una mejor calidad económica, pero si no hay estabilidad psicológica, no hay nada. Se trata de encontrar un balance real entre trabajo y familia", expresó.
La también psicóloga resaltó que una jornada de 40 horas permitiría no solo el descanso físico, sino también mayor tiempo de calidad con los hijos, mejor alimentación y posibilidad de retomar actividades básicas como hacer ejercicio o simplemente convivir. En este contexto, recordó la importancia de aplicar la NOM-035, que obliga a las empresas a identificar factores de riesgo psicosocial y promover entornos laborales saludables.
Desde su experiencia clínica, Terán concluyó que la reducción de la jornada laboral sería un acierto para combatir el agotamiento crónico que enfrenta gran parte de la población trabajadora. "Hay que cuidar la salud mental antes de que el cuerpo y las emociones pasen la factura".
