Restaurantes de Durango alcanzan hasta 90% de ocupación en diciembre

Un soplo de optimismo recorre las cocinas y los comedores de los restaurantes duranguenses, que en medio de un año económico complejo, encuentran en la temporada decembrina un respiro significativo. La ocupación ha repuntado de manera notable, dibujando un panorama alentador para un sector que vio cómo el poder adquisitivo de sus clientes se contraía, pero que ahora confía en la fuerza de las tradiciones familiares para cerrar el año con balance positivo.

La presidenta de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados en Durango, Adriana Porras, informó que los establecimientos afiliados han registrado una ocupación promedio del 80% durante los días regulares de diciembre. Los fines de semana, el índice se dispara hasta alcanzar un 90%, llenando las salas de comensales que buscan celebrar posadas, reuniones de trabajo y encuentros navideños.

Sin embargo, este repunte en la afluencia no se ha traducido en un aumento proporcional en el gasto por comensal. Porras reconoció que el ticket promedio ha sido más bajo en comparación con años anteriores, un reflejo de la cautela con la que los duranguenses manejan sus finanzas en una temporada de altos gastos generales. Los clientes priorizan la asistencia, pero moderan el consumo dentro del establecimiento.

A pesar de esta variable, el sector mantiene expectativas positivas y cifra sus mayores esperanzas en las dos cenas emblemáticas del calendario: la Nochebuena del 24 de diciembre y la cena de Año Nuevo. Los restauranteros proyectan que estas fechas no solo alcanzarán una ocupación total, sino que también podrían incentivar un ticket promedio más elevado, cerrando así el mes con un repunte financiero crucial.

Esta recuperación de temporada no se ve como un espejismo, sino como el posible inicio de una tendencia. Los empresarios gastronómicos confían en que el impulso de diciembre sirva como catalizador para un 2026 más estable y próspero, sostenido por una mayor confianza del consumidor y la reactivación paulatina de la economía local, demostrando una vez más que, en Durango, la mesa compartida sigue siendo un pilar inquebrantable de la vida social y económica.