Este 2025 se cumplen 35 años de la visita del Papa Juan Pablo II a Durango, un acontecimiento que marcó profundamente la vida social, religiosa y política del estado. Fue en 1990 cuando el entonces alcalde de la capital, Jorge Mojica Vargas, tuvo el honor de recibir al pontífice, quien más tarde sería canonizado como santo. La llegada del Santo Padre no solo movilizó a toda la ciudad, sino que también atrajo a miles de visitantes de otros estados y países, convirtiéndose en un evento sin precedentes en la historia local.
Mojica Vargas recuerda con emoción la noticia, que les fue comunicada por el arzobispo Antonio López Aviña aproximadamente seis o siete meses antes de la visita. A partir de ese momento, se formó un comité de recepción con el objetivo de garantizar la seguridad y logística de un evento que requería máxima organización. "Fue un privilegio recibir al Papa con mi familia, y lo viví como una experiencia que nos unió más como duranguenses", expresó el exalcalde.
Durante su visita, Juan Pablo II dejó un mensaje de unidad, armonía y solidaridad que sigue vigente. Se dirigió a los empresarios no solo de México, sino del mundo, exhortándolos a ser solidarios con sus trabajadores. "Ese mensaje permanece tan vigente hoy como hace 35 años", enfatizó Mojica Vargas.
El impacto del evento fue tal que la ciudad entera se preparó: se limpiaron calles, se pintaron fachadas y se vivió un ambiente de alegría y esperanza. "La presencia del Papa irradiaba una energía positiva que todos sentíamos. Fue un evento que nos marcó para siempre", recordó.
Este aniversario, que coincide casi con el nombramiento del nuevo Papa León XIV, revive entre los duranguenses la memoria de una jornada espiritual inolvidable que fortaleció la fe, la unidad y el orgullo de toda una ciudad.