La movilidad urbana en la capital de Durango enfrenta una crisis particularmente aguda en las colonias de la periferia, donde los residentes experimentan una creciente dificultad para acceder al servicio de transporte público. El problema central radica en que unidades como camiones y taxis evitan ingresar a estos asentamientos, alterando sus rutas establecidas y dejando a la población en un estado de aislamiento que afecta su vida diaria. Esta situación es especialmente grave en una ciudad donde, según datos oficiales, entre el 50% y el 60% de los viajes motorizados dependen del transporte público, lo que refleja una fuerte dependencia de este sistema por parte de la población.
Quienes sufren las consecuencias de manera directa son habitantes como la señora Patricia y sus vecinos de colonias como Cielo Azul y Lázaro Serrano Montes. Estos ciudadanos, que necesitan del transporte para llegar a sus trabajos, escuelas, centros de salud y realizar gestiones cotidianas, se ven forzados a modificar sus rutinas y a invertir tiempo y recursos adicionales. La afectación es colectiva, impactando a estudiantes, trabajadores, amas de casa y comerciantes por igual, quienes ven limitado su derecho a la ciudad y a una movilidad digna.
La forma en que se manifiesta el problema es a través del cambio arbitrario de las rutas por parte de los operadores. Los camiones y taxis, argumentando el mal estado de las calles sin pavimentar o buscando optimizar sus tiempos, dejan de recorrer las vialidades interiores de estas colonias. Esto obliga a los usuarios a caminar largas distancias hasta puntos más alejados, denominados paradas de facto, para poder tomar una unidad. Este recorrido adicional no solo representa una pérdida de tiempo valioso, sino que expone a las personas a condiciones climáticas adversas y potenciales situaciones de inseguridad.
El momento en que esta problemática se ha intensificado es en los últimos tiempos, aunque se trata de una queja recurrente que se agrava con la expansión urbana no planificada. Los vecinos reportan que los cambios de ruta se realizan frecuentemente sin previo aviso, generando incertidumbre y desorganización en sus planes diarios. La autoridad ha reconocido la situación y ha declarado que se mantendrá vigilante, comprometiéndose a revisar los casos particulares con los sindicatos de transportistas para asegurar el cumplimiento de los itinerarios contratados, sin importar el estado de las calles.
El lugar donde este fenómeno es más evidente son las colonias marginadas localizadas en la periferia de la ciudad de Durango, particularmente aquellas con calles sin pavimentar y deficiencias en servicios básicos. La falta de infraestructura vial adecuada se convierte en el pretexto principal para la interrupción del servicio. Frente a esto, las autoridades han habilitado canales de denuncia tanto en las oficinas de la Subsecretaría de Movilidad y Transportes como en sus redes sociales, instando a la población a reportar las inconformidades para poder actuar al respecto. La solución requiere no solo de una supervisión más estricta a los concesionarios, sino también de una política integral que combine la mejora de la infraestructura con la garantía de que el servicio público cumpla con su obligación de conectar de manera equitativa a todos los sectores de la ciudad.