La venta irregular de mascotas continúa operando en Durango, especialmente en espacios como el tianguis del Santuario, donde se comercializan animales sin control ni regulación. Esta práctica representa no solo una violación a la ley, sino también un problema de maltrato animal que involucra criaderos clandestinos, condiciones insalubres y sobreexplotación de las especies.
Los animales ofrecidos en estos sitios provienen en muchos casos de criaderos informales, donde las hembras son obligadas a reproducirse de manera constante, sin periodos de recuperación ni atención médica. Esto reduce su calidad y expectativa de vida. Además, muchos de los animales vendidos presentan condiciones de salud deficientes, lo que agrava su vulnerabilidad y aumenta la probabilidad de abandono.
La Ley de Protección y Bienestar Animal de Durango sanciona el maltrato con penas de hasta tres años de prisión y multas de hasta 10,000 UMAs (Art. 111). Se prohíbe la venta de animales sin autorización (Art. 109, fracc. IV) en vía pública, parques o estacionamientos (Art. 110, fracc. III). También se penaliza la venta a menores de edad o sin certificados de salud. Reformas recientes buscan que el maltrato con resultado de muerte se persiga de oficio y se castigue con hasta siete años de prisión.
El problema se extiende también a los compradores, quienes adquieren mascotas sin considerar su origen, estado físico o necesidades. Se ofrecen desde precios bajos hasta cifras elevadas por razas específicas, lo que promueve un mercado informal que opera sin restricciones.
Mientras exista demanda, la oferta seguirá encontrando caminos. La venta de animales no es solo una transacción económica; es el reflejo de una falta de conciencia social. Las mascotas no son mercancía, y tratarlas como tal perpetúa un ciclo de abuso, abandono y reproducción desmedida. Atender esta realidad no solo requiere operativos, sino un cambio profundo en la forma en que se valora la vida animal.