Violencia infantil en Durango: pandillas de menores generan clima de inseguridad
La creciente formación de pandillas infantiles en Durango capital se ha convertido en un problema de seguridad pública que mantiene en alerta a diversos sectores de la ciudad. En colonias como **Villas del Manantial, Huizache, Ampliación PRI y Villas del Guadiana**, grupos de niños y adolescentes, algunos desde los **8 hasta los 17 años**, operan durante las noches armados con **palos, machetes e incluso bombas molotov**, protagonizando riñas violentas y actos de vandalismo. Vecinos de estas zonas han denunciado que la situación se ha agravado en los últimos meses, con pandillas como **"Los Yepes" y "Los Vagos 18"** actuando con impunidad debido a la minoría de edad de sus integrantes.
Los residentes afectados exigen acciones urgentes a las autoridades, pues los constantes enfrentamientos entre menores han alterado la tranquilidad de sus colonias. Según testimonios recabados, los niños y jóvenes involucrados no solo se agreden entre sí, sino que también lanzan objetos contundentes contra viviendas y vehículos, generando un clima de temor entre la población. Aunque la policía ha incrementado los patrullajes en las zonas identificadas como focos rojos, los vecinos aseguran que la presencia de las fuerzas de seguridad es insuficiente y que, en muchos casos, los menores reanudan sus actividades delictivas una vez que los agentes abandonan el lugar.
Expertos en seguridad y desarrollo social señalan que este fenómeno tiene su origen en la **búsqueda de identidad y pertenencia** por parte de los menores, muchos de los cuales provienen de entornos familiares débiles o violentos. Ante la falta de oportunidades recreativas, educativas y laborales, estos niños y adolescentes encuentran en las pandillas un espacio donde sentirse aceptados, replicando conductas violentas que observan en su entorno. Las autoridades han implementado algunas medidas, como **pláticas preventivas en escuelas y sanciones comunitarias**, pero reconocen que estos esfuerzos son insuficientes sin una mayor coordinación con los padres de familia y sin programas integrales que aborden las causas estructurales del problema.
Para combatir esta tendencia, se requiere no solo un enfoque punitivo, sino también estrategias de **prevención social** que incluyan talleres de habilidades para la vida, actividades deportivas y culturales, así como acompañamiento psicológico para los menores en riesgo. Además, es fundamental fortalecer los lazos familiares y comunitarios, brindando herramientas a los padres para que puedan guiar a sus hijos lejos de la violencia. Mientras no se atiendan estos factores de fondo, las pandillas infantiles seguirán proliferando, perpetuando ciclos de exclusión y delincuencia que ponen en riesgo el futuro de una generación entera. La solución, coinciden especialistas, debe ser multisectorial y priorizar la reconstrucción del tejido social en las comunidades más vulnerables.
