Violencia vicaria, la ley que no pasa en Durango

En Durango, al menos 105 mujeres han denunciado ser víctimas de violencia vicaria. Este tipo de agresión ocurre cuando, tras una separación o conflicto conyugal, los hijos son utilizados como medio para causar daño emocional a la madre. No se trata de una disputa familiar común: es una forma de violencia de género donde el agresor busca ejercer control y castigo mediante los menores.

En estos casos, el agresor impide convivencias, manipula el régimen de visitas, lanza amenazas o incluso retiene a los hijos para presionar a la madre. Los menores son colocados en el centro de un conflicto que no iniciaron y en el que también resultan afectados. Esta violencia no siempre deja huella física, pero sí un daño emocional profundo tanto en las madres como en sus hijos.

Aunque diversos estados del país ya han tipificado la violencia vicaria, Durango sigue sin una legislación que reconozca y sancione esta práctica. Es la única entidad del país sin una ley específica, a pesar de que los casos se acumulan y las víctimas quedan sin protección jurídica.

Organizaciones de mujeres han advertido que, sin una norma clara, los procesos legales se vuelven largos, costosos e ineficaces. Las víctimas no tienen acceso a medidas de protección inmediatas, y las autoridades carecen de protocolos para atender estos casos.

Sin legislación, no existen bases de datos sólidas, mecanismos de seguimiento ni acciones de prevención. La violencia vicaria continúa ocurriendo en silencio institucional. Mientras no se nombre ni se tipifique, esta forma de violencia queda relegada. Las mujeres y sus hijos enfrentan una agresión que la ley aún no quiere ver.