Uno de los pocos compromisos de campaña de la presidenta Claudia Sheinbaum que involucraban directamente a Jalisco fue el saneamiento del río Santiago, considerado junto con su cuenca del Río Lerma, una de las más contaminadas del país y del mundo. Sin embargo, a casi un año de que se firmara el Acuerdo Nacional por el Derecho Humano al Agua, los avances son prácticamente nulos.
En noviembre de 2024, el Gobierno federal, empresarios y estados pactaron acciones conjuntas para recuperar cuerpos de agua como el Santiago, deteriorado por los desechos de más de 250 industrias. Se anunció que el presupuesto federal apoyaría con siete mil millones de pesos al Gobierno de Jalisco y su proyecto Revivamos el Río Santiago 2050.
Este proyecto del sexenio pasado, durante la administración de Enrique Alfaro, se afirmó, resultó exitoso, pero sin resultados visibles.
De acuerdo con cifras oficiales de la plataforma MIDE Jalisco, apenas se sanean 10 mil litros de agua en la cuenca, cuando la meta establecida era de 14 mil litros. Lejos de ser un logro, el indicador refleja que, pese a la inversión millonaria, el saneamiento sigue siendo una promesa incumplida.
El estado es quien realiza la mayor parte, porque los datos también reflejan que sólo el 70% de las aguas que se vierten al Río Santiago por los municipios es tratada y de las empresas, sólo el 73.3% cumple con los compromisos de saneamiento.
SI bien la promesa federal se hizo, poco ha cambiado. No se incrementó el número de inspecciones o inspectores para vigilar el saneamiento y simplemente se retomaron, una vez más, mesas de trabajo con habitantes de El Salto, Juanacatlán, Poncitlán, Tototlán, Atotonilco y Chapala.
Organismos ciudadanos como el Comité de Defensa Ambiental de El Salto señalan que el proyecto se ha convertido en un montaje político que recicla viejas promesas. Denuncian que el mismo discurso ha sido utilizado en distintas administraciones estatales y federales, sin que la población vea cambios reales en la calidad del agua ni en la salud de sus comunidades.
El contraste es evidente: mientras se anuncian inversiones y programas de saneamiento, los habitantes de municipios como El Salto y Juanacatlán continúan padeciendo enfermedades, muertes y deterioro ambiental por la contaminación del río. Para ellos, la narrativa oficial sobre el rescate del Santiago son discursos que nunca se traducen en soluciones.
Con este panorama, el río Santiago vuelve a ser protagonista del debate político en Jalisco, no por los avances en su rehabilitación, sino como símbolo de una deuda ambiental que permanece intacta.