Finalmente se consumó la tragedia: la muerte de José Eduardo Ramírez Ávalos, de 16 años, representa el clímax de un problema desatendido por autoridades y clubes deportivos que permite que el fanatismo futbolero derive en violencia extrema. José Eduardo, estudiante de preparatoria en la Universidad de Guadalajara y aficionado del Club Deportivo Guadalajara, fue atacado la noche del viernes al salir de una serenata organizada por seguidores rojiblancos.
Su cuerpo fue localizado en los carriles centrales de la avenida Mariano Otero, a la altura de la avenida Turquesa en la colonia Rinconada del Sol, municipio de Zapopan. Inicialmente se informó que el joven había sido atropellado; sin embargo, las autoridades confirmaron que se trató de una agresión derivada de una riña. También se manejó la versión de una trifulca entre aficionados del mismo equipo, pero testigos afirmaron que varios individuos descendieron de tres vehículos para agredir directamente a los presentes y señalaron en específico a seguidores del Atlas.
Paramédicos municipales confirmaron el fallecimiento en el sitio. En el mismo incidente, dos jóvenes más, de 15 y 21 años de edad, resultaron heridos por arma blanca y fueron trasladados a un hospital donde permanecen bajo observación médica. Se informó que una de las camionetas implicadas fue identificada gracias a los sistemas del C5 Jalisco.
Tras el ataque, las autoridades reforzaron los operativos de seguridad en torno al partido entre Guadalajara y Atlas celebrado el sábado, ante la amenaza de posibles enfrentamientos entre grupos de animación. No hubo represalias, aunque sí altercados afuera del estadio, pese a ello el evento fue calificado por las autoridades como de "saldo blanco".
La Universidad de Guadalajara publicó una esquela para lamentar la muerte del joven, mientras que los familiares realizaron varias publicaciones en redes sociales para reclamar justicia.
El cardenal Francisco Robles Ortega lamentó los hechos y condenó la violencia derivada del fanatismo deportivo, al mismo tiempo que solicitó fortalecer los valores familiares y comunitarios para evitar que tragedias como esta se repitan.
Los focos rojos sobre este tipo de violencia se remontan a un supuesto odio entre equipos, exacerbado por las propios directivas en planes mercadológicos. Rivales si, no enemigos.
En 2014 ocurrió uno de los episodios más graves, cuando un ataque de barristas a policías dejó dos elementos heridos de gravedad. Un año más tarde, en 2015, se registró la invasión de la cancha por parte de otro grupo de barristas, cuando Atlas era goleado y se reportaron varios heridos.
En marzo de 2022, durante el partido entre Querétaro F.C. y Atlas, estalló una batalla campal en la tribuna que dejó al menos 22 personas heridas, tres de ellas de gravedad.
En 2023, se documentó en un video, un aficionado de Chivas acuchillado a la salida del estadio por un grupo de aficionados del Atlas
Pero a pesar de las señales, no se reconoció el problema, y la tragedia finalmente se consumó, con una muerte de un adolescente que tenía la vida por delante y su único crimen, fue apoyar a su equipo.