El crimen organizado también cobra piso en Jalisco, extorsiona a agricultores y controla negocios ilegales de tragamonedas y cigarros adulterados
Al igual que en otras entidades del país, en Jalisco el cobro de piso y la extorsión son una realidad cotidiana. Personas que se identifican como miembros de "La Plaza" o que aseguran trabajar para esta organización, son quienes exigen pagos ?en algunos casos a cambio de supuesta protección y, en otros, simplemente como una "licencia" para poder trabajar. No existe una cifra precisa sobre esta práctica, ya que las estadísticas oficiales no distinguen entre los casos de extorsión telefónica y aquellos relacionados directamente con el cobro de piso. Sin embargo, hasta el 30 de junio de 2025, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó 215 carpetas de investigación abiertas por el delito de extorsión en Jalisco.
La presencia hegemónica del Cártel Jalisco Nueva Generación ha generado que múltiples personas se identifiquen como integrantes de esta estructura criminal para intimidar y extorsionar a comerciantes y ciudadanos. Una de las primeras manifestaciones de este delito en la entidad se dio con la proliferación de máquinas tragamonedas. Grupos vinculados al crimen organizado amenazaban a dueños de pequeños negocios, principalmente en colonias populares, para obligarlos a permitir la instalación de estos equipos. A pesar de diversos operativos para erradicarlas, combatir su presencia ha sido como enfrentarse a una hidra de mil cabezas. La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública revela que la extorsión es uno de los delitos con mayor cifra negra, ya que apenas el 0.8% de los casos se denuncia. El miedo a represalias y la desconfianza en las autoridades, por presunta colusión, explican este bajo porcentaje. Otras formas de cobro de piso se presentan en sectores como el de los mototaxis, principalmente en municipios como Zapopan, Tlajomulco y Tonalá, donde se afirma que operadores deben pagar cuotas a grupos criminales para poder circular.
El crimen organizado también ha extendido su control hacia sectores productivos. En el sur de Jalisco, productores de aguacate han sido blanco de extorsiones. Además, se ha denunciado que cárteles imponen restricciones sobre qué marcas de cigarros pueden venderse en diversos municipios ?particularmente al sur de la ciudad?, limitando el comercio solo a productos que ellos distribuyen vía contrabando. Incluso las festividades religiosas no han quedado al margen de este fenómeno. El cardenal Francisco Robles Ortega ha denunciado públicamente que las estructuras criminales intervienen en la organización de fiestas patronales, controlando la venta de bebidas alcohólicas y exigiendo pagos por la instalación de puestos.
El cobro de piso y la extorsión son formas de violencia silenciosa que deforman la vida cotidiana, limitan la libertad económica y socavan el tejido social. Mientras no se visibilicen ni se denuncien con firmeza, seguirán operando desde las sombras, alimentadas por el miedo, la impunidad y la omisión institucional.