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13 de Junio del 2025
Cultura

Descanso mexicano: entre la siesta, la feria y la plaza

Descanso mexicano: entre la siesta, la feria y la plaza

El descanso es una parte esencial en la vida del mexicano. Desde pequeños, ha sido el punto de partida para crear lazos sociales



Basta recordar aquella escena típica: tus amigos tocando la puerta después de la escuela con la clásica pregunta: "¿puede salir a jugar con nosotros?", para luego pasar la tarde en la calle hasta que alguien iba por ti porque "ya era tarde".


Aunque vivimos en un país hiperactivo, sabemos cómo contrarrestar el paso del tiempo y las exigencias diarias con pequeños momentos fugaces: una siesta después del trabajo, sacar a pasear al perro o simplemente compartir una comida -aunque sea rápida- en familia.



Son placeres sencillos, pero profundamente valiosos, que el mexicano sabe saborear



Y por cierto, no te sientas mal por dormir una siesta. Está comprobado que mejora el ánimo y reduce el estrés. Con solo 10 a 20 minutos puedes sentirte más relajado y de mejor humor, según el Centro Nacional de Información Biotecnológica.


Ponemos pausas para honrar la vida de quienes se nos adelantaron durante el Día de Muertos -aunque no sea un día oficial de descanso-. Celebramos con mamá el 10 de mayo, una fecha casi sagrada. Y cada domingo repetimos un ritual heredado: ir a misa y luego comer en algún puestito entre las fiestas patronales del barrio.



Son momentos que, aunque breves, nos anclan a lo que somos.



De acuerdo con el Sistema de Información Cultural de la Secretaría de Cultura, en México se celebran al menos 1,256 festividades al año, muchas de ellas dedicadas a santos patronos. Aunque el ocio no se vive igual en pueblos y ciudades, sigue siendo, en su mayoría, un acto colectivo: centrado en compartir.


Las grandes ciudades, como Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey, ofrecen una gama amplia de opciones: cines, teatros, museos, centros comerciales, restaurantes, bares y eventos culturales como exposiciones o conciertos.


Por otro lado, el ocio en los pueblos suele ser más económico, ya que muchas actividades -como asistir a fiestas patronales o disfrutar del paisaje natural- son gratuitas o de bajo costo. Esto lo vuelve más accesible, aunque con una oferta menos diversa.



La infraestructura y la oferta comercial marcan diferencias claras entre regiones. Pero en todas partes, el descanso y la convivencia son esenciales para fortalecer nuestras raíces y relaciones



Aunque hay muchas diferencias, también compartimos tradiciones como el domingo de plaza. Durante generaciones, este ha sido el momento en que los ritmos de la semana se detienen un poco para dar paso a la vida compartida.


Las bancas se llenan de conversaciones, los vendedores de azúcar ofrecen sus productos con billetes de lotería recreativos, y las campanas de la iglesia anuncian la próxima misa. Todo gira en torno a "estar", en vez de "hacer". Y eso -en un mundo que premia la productividad- es casi revolucionario.



Ya sea una feria del libro o una expo agrícola, todas tienen algo en común: nos invitan a convivir. Las ferias rompen la rutina, dan sentido al calendario y permiten que el descanso se vuelva ritual



La cultura del descanso en México ha mostrado una notable resistencia a la modernidad, aunque ha incorporado nuevas formas de ocio. En las zonas urbanas, el ritmo acelerado ha reducido prácticas como la siesta, pero eventos tradicionales como las ferias y el Día de Muertos siguen siendo fundamentales.


En las zonas rurales, tradiciones como el cierre de comercios durante la siesta siguen vigentes. La modernidad ha introducido deportes organizados, visitas a museos contemporáneos y otras actividades, pero no ha sustituido el valor central que tienen la comunidad y la familia en nuestro tiempo libre.



El descanso y el ocio en México están impregnados de historias que les dan un toque humano y cultural



Ya sea ir a ver jugar a tu hijo los domingos -o jugar tú mismo mientras tus seres queridos te echan porras-, celebrar un bautizo que termina siendo una fiesta para chicos y grandes, o lanzarse a los bailes en la plaza, donde basta con que suene una cumbia para que todos se animen a mover los pies... el mexicano sabe cómo disfrutar la vida. Todo lo convierte en una oportunidad para convivir, reír y hacer comunidad.


Hasta la siesta tiene su encanto: inspira historias, despierta nostalgias y nos recuerda el arte de desconectarse por completo. Porque sí, en México también sabemos que saber descansar es motivo de orgullo.





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