En 2019, a 28 metros bajo el agua del cenote Maravilla, en Puerto Morelos, Quintana Roo, el buzo especializado en cuevas inundadas Juan Cardona encontró algo que pocas veces se ve: dos dientes del Otodus (Megaselachus) megalodón, el depredador marino más grande que haya existido en la Tierra
Uno pertenecía a un ejemplar juvenil. El otro, del tamaño aproximado de una mano adulta, estaba incrustado en roca caliza junto a restos de otros fósiles marinos.
Hoy, ambos se exhiben en la Sala 1 del Museo Regional de Costa Oriental, en Tulum, bajo resguardo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Del hallazgo al registro científico
Tras encontrar la primera pieza, Cardona entregó el diente más pequeño y avisó al equipo del Proyecto Gran Acuífero Maya (GAM) sobre la presencia de más fósiles.
El paleontólogo Gerardo González Barba, especialista en tiburones fósiles e investigador de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, analizó imágenes de alta resolución y confirmó que se trataba de restos de megalodón, una especie extinta con presencia mundial.
La noticia se presentó oficialmente en el XVI Congreso Nacional de Paleontología, realizado en Chihuahua en 2019, marcando el primer registro formal de megalodón en Quintana Roo
Datos clave sobre el hallazgo
Recuperación científica: el diente mayor fue extraído en 2021 por el GAM con protocolo especializado para evitar saqueos
El depredador que dominaba los mares
Según González Barba, el megalodón podía medir hasta 18 metros de largo, el doble de un tiburón blanco. Vivió entre 20 y 2 millones de años atrás en mares cálidos y templados de todo el planeta, salvo los polares.
En México, se han hallado restos en Baja California, Palenque (Chiapas) y en la península de Yucatán, aunque el de Puerto Morelos es el primero documentado científicamente en Quintana Roo.
Los investigadores del GAM sugieren que esta zona pudo ser un punto clave de alimentación y reproducción para la especie cuando aún estaba cubierta por el mar.
Dentro del Proyecto de Preservación Digital del GAM, dirigido por Guillermo de Anda, y con apoyo de la Embajada de Suiza en México, National Geographic Society, Dive Rite, Seahorse 360 y Creative DataBases, se crearon réplicas digitales de alta resolución de las piezas fósiles
El objetivo es doble: proteger el patrimonio cultural sumergido y permitir que futuras generaciones accedan a esta información, incluso si las condiciones naturales cambian.
Este hallazgo no solo conecta a Quintana Roo con una especie que dominó los océanos hace millones de años; también recuerda que los cenotes y cuevas de la península guardan páginas enteras de la historia natural del planeta, esperando ser descubiertas y preservadas.