El descubrimiento de cinco entierros humanos en Izúcar de Matamoros, Puebla, ha aportado nueva luz sobre los asentamientos prehispánicos en esta región, especialmente del periodo Posclásico Temprano (900-1200 d.C.), una etapa de la que hasta ahora no se contaba con evidencia arqueológica en la ciudad.
Este hallazgo, realizado el 2 de abril de 2025, pero dado a conocer el día de hoy, forma parte de un proyecto integral para la conservación y reconstrucción del parque público, conocido como el Zócalo, y representa un avance importante para entender la historia antigua de esta localidad.
La investigación arqueológica fue llevada a cabo por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en colaboración con la Dirección de Obras Públicas del Ayuntamiento de Izúcar.
La labor de excavación se extendió hasta finales de mayo, enfocándose en el área norte de la plaza principal, con la intención de encontrar más vestigios que amplíen el conocimiento sobre esta época.
Este hallazgo es especialmente relevante porque, aunque ya se habían realizado otros estudios arqueológicos en el municipio, nunca se habían encontrado restos pertenecientes a este periodo específico
La información obtenida permitirá reconstruir la historia de los pueblos que habitaron el valle de Izúcar antes del dominio mexica, que se estableció alrededor del año 1400 d.C, de acuerdo a lo externado por la institución
Según los especialistas, es posible que estos primeros habitantes fueran grupos migratorios toltecas y chichimecas, lo que abre nuevas líneas de investigación sobre la dinámica poblacional y cultural en esta región de Mesoamérica.
Durante las excavaciones en el área del quiosco del Zócalo, se realizaron tres pozos de sondeo donde se recuperaron cinco esqueletos humanos. Dos de ellos estaban completos, mientras que los otros tres presentaban un alto grado de deterioro.
Se cree que pertenecen a adultos, aunque aún no se ha determinado su género. Los restos estaban ubicados en fosas, en una posición flexionada que recuerda a la postura fetal, y junto a ellos se encontraron ofrendas cerámicas, principalmente cajetes decorados con motivos geométricos como grecas, figuras en "S" y diseños que imitan la forma de una calabaza.
Estas piezas estaban pintadas en tonos rojo, café, negro y anaranjado, y sumaron un total de diez vasijas
Un detalle notable es que uno de los cajetes tenía soportes con formas zoomorfas, posiblemente representando la cabeza de un ave o una serpiente. Esta característica es un legado cultural atribuido a los toltecas, lo que ayuda a situar cronológicamente el conjunto. Los objetos ceremoniales se colocaron a los pies de los difuntos, una práctica que parece haber sido común en esta región durante ese tiempo.
Además de los entierros, en las proximidades se identificó un fogón o tlecuil, que contenía ceniza y restos de carbón, elementos que sugieren la existencia de una unidad doméstica. Este hallazgo apoya la hipótesis de que se trata de un conjunto habitacional, lo que confirma la importancia del territorio de Izúcar desde épocas precolombinas.
Más al norte, cerca del monumento dedicado a Mariano Matamoros, se encontró un horno semicircular de aproximadamente un metro de diámetro, cuya función aún está siendo estudiada para determinar su relación con los otros vestigios.
Los objetos están siendo estabilizados y analizados en un laboratorio provisional instalado dentro del Ayuntamiento, donde se conservarán para futuras investigaciones