Qué pasaría si: Todos Fuéramos Veganos
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Qué pasaría si: Todos Fuéramos Veganos


Imagina un sábado cualquiera en el mercado de tu colonia


Las carnicerías con la cortina abajo, los tacos de barbacoa no se instalan como de costumbre y las pollerías solo con las jaulas de plastico como recuerdo de lo que días antes se vendía.


El aire ya no huele a chicharrón ni a carnitas; en su lugar, se forman filas para tofu oaxaqueño, quesos de nopal y "suadero" de jackfruit.


México, un país de 130 millones de personas, amanece vegano. No por moda, sino por decreto, crisis climática severa o un giro global inevitable.


De un día para otro, la carne y los lácteos desaparecen de la dieta.



A continuación, te contamos: Qué pasaría si todos fuéramos veganos


Un país que dejó de comer su propia identidad

La cocina mexicana siempre ha girado alrededor del maíz, el chile... y la grasa animal. En 2024, el consumo anual per cápita de carne alcanzó 82.7 kilos, uno de los más altos de la región.


La barbacoa del domingo, la cochinita, el pozole con maciza, el cabrito norteño: la carne es lenguaje, celebración y memoria. No es exageración decir que forma parte de la identidad emocional del país.


México sí ha pasado por crisis alimentarias, aunque nunca tan radicales. En los 40, el racionamiento por la Segunda Guerra Mundial empujó al consumz z o de soya. En los 90, la crisis económica redujo drásticamente la carne y la sustituyó por ultraprocesados. Pero nada se compara con un vuelco de 100% a 0% en 24 horas.



El caso cubano del Período Especial es lo más cercano: menos carne, menos calorías, menos enfermedades cardíacas... y más hambre. Un México sin carne tendría un choque inmediato, profundo y desigual


El colapso económico: cuando la ganadería sostiene al México rural

El sector pecuario genera 1.8 millones de empleos directos e indirectos. Solo la producción de res, cerdo y pollo moviliza a casi un millón de trabajadores rurales y representa un pilar para comunidades con alto rezago social.


Si México se volviera vegano de la noche a la mañana, más de 400 mil ganaderos familiares perderían su ingreso. Son campesinos que viven en municipios donde la ganadería no es solo economía: es supervivencia.


La caída sería en cadena. El 70% del maíz y sorgo se destina a alimentación animal; sin mercado, los precios colapsarían y con ellos millones de productores. Las plantas de alimento balanceado cerrarían, las curtidurías perderían materia prima, y fondas, taquerías y cocinas económicas quedarían vacías. Sería la mayor destrucción de empleo rural desde principios del siglo XX.



Países Bajos vivió protestas enormes por una reducción de apenas 30% en su hato ganadero. México enfrentaría una tormenta social sin precedentes


Desigualdad al plato: el veganismo como privilegio urbano

Para familias urbanas de clase media, la transición sería incómoda pero posible: tofu, heura, leches vegetales, sustitutos premium. Pero en las zonas rurales -sin refrigeración constante, sin acceso a productos industrializados y con animales que funcionan como "ahorro"- la situación sería otra.


La carne no es capricho: es la fuente principal de proteína y reserva económica.


Un veganismo abrupto agravaría la desnutrición en niños, mujeres embarazadas y adultos mayores de comunidades marginadas. Históricamente, cada transición alimentaria ha ampliado brechas: la llegada del refrigerador, la leche pasteurizada, los ultraprocesados.



Y ahora, de repetirse la historia, los ricos comerían "carne" cultivada en laboratorio; los pobres sobrevivirían con tortillas y sal


Sin carne también cambia la convivencia

Las taquerías -aproximadamente de 46 mil a 145 mil taquerías- son puntos de reunión obrera. Sin carne, se pierde un ecosistema cultural entero: fiestas patronales sin borrego, mercados sin carnitas, mole sin pollo.


Y las tensiones podrían escalar. En India, prohibiciones parciales a la carne detonaron linchamientos.


En México, un cambio radical impuesto podría interpretarse como intromisión clasista o ataque a tradiciones profundas.



La cocina mexicana, reconocida por la UNESCO, perdería su columna vertebral


¿Y los animales? El dilema ético que nadie quiere ver

México tiene más de 36 millones de bovinos, 8.8 a 9 millones de ovinos en 2022 y más de mil millones de pollos al año. Ninguno puede simplemente "liberarse".


Muchos animales de engorda dependen completamente de manejo humano y morirían en semanas. La alternativa sería el sacrificio masivo, similar al ocurrido en Europa con brotes sanitarios.


Además, razas criollas, fruto de siglos de adaptación, caerían en extinción funcional.



Paradójicamente, un mundo vegano no garantiza una vida más digna para millones de animales: solo cambia la forma del problema


El lado verde... y sus sombras

Eliminar la ganadería reduciría entre 12 y 14% de las emisiones nacionales. Bajarían los gases de efecto invernadero, el uso de agua y podría recuperarse parte del territorio degradado.


Pero la transición también podría detonar nuevos impactos: monocultivos de soya, aguacate o berries, acaparamiento de tierra por agroindustrias, desplazamiento de pequeños productores y más presión sobre bosques.


Incluso el maíz que hoy se usa para alimento animal podría terminar exportándose o produciendo etanol, no tortillas.



El planeta ganaría... pero no necesariamente las comunidades que viven del campo


¿Un México vegano más verde o más desigual?

Un país vegano sería más limpio, sí. Pero también más frágil, más tenso, más desigual.


Cambiar la dieta de 130 millones de personas significa mover la historia, la economía y la cultura al mismo tiempo.


La pregunta ya no es "¿qué pasaría si fuéramos veganos?", sino ¿quién pagaría el costo de ese sueño verde?


 


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