Las llamadas "dietas milagro" o "dietas extremas" suelen prometer resultados rápidos, pero muchas veces son muy bajas en nutrientes esenciales como proteínas, vitaminas, grasas saludables o minerales.
Esto puede provocar problemas como debilidad, caída del cabello, fatiga, pérdida de masa muscular e incluso trastornos hormonales. Además, estas dietas suelen generar un efecto rebote: la persona recupera el peso perdido, e incluso más, una vez que abandona la dieta.
Otro gran riesgo es el impacto psicológico. Seguir dietas restrictivas puede llevar a desarrollar una relación poco saludable con la comida, generar ansiedad, culpa o incluso desencadenar trastornos alimenticios como la anorexia o la bulimia.
Es importante entender que no existe una solución mágica ni un cuerpo perfecto. Lo más recomendable es llevar una alimentación equilibrada, personalizada según las necesidades de cada persona y supervisada por profesionales de la salud, como nutricionistas o médicos. Cuidar el cuerpo también significa respetarlo, alimentarlo bien y mantener hábitos saludables a largo plazo. Las dietas extremas no son la respuesta: la salud debe ser siempre la prioridad.